viernes, 31 de mayo de 2013

Las Caricias en Nuestro Desarrollo

Al nacer nuestro cerebro, si bien esta completo estructuralmente, su maduración no se completa en la vida intrauterina. Nuestro cerebro sigue evolucionando día a día y sus estructuras maduran: van creando conexiones y van haciéndose cada día más hábiles. Ya en la primera etapa de nuestra vida pensamos pero no somos conscientes de ello; sentimos pero tampoco somos conscientes de ello. A medida que crecemos nos hacemos conscientes de que pensamos y sentimos, y aprendemos a reconocer que los demás también piensan y sienten. Adquirimos autoconciencia y posteriormente desarrollamos nuestras competencias emocionales y sociales y, con ellas, nuestra comunicación.
Para que  los niños se desarrollen bien, no basta con una alimentación equilibrada y un sueño reparador, requerimos de un entorno psicológico saludable a fin de que nuestro cuerpo y nuestro cerebro maduren correctamente. Tenemos necesidades psíquicas, emocionales y físicas que deben ser satisfechas; de lo contrario, crecemos con retraso psicomotor y con alteraciones en nuestro comportamiento. Se ha demostrado que los niños privados de afecto reducen la secreción de la hormona del crecimiento y la recuperan si se les separa del entorno desfavorable. Así también en estos niños había una alteración de la fase No Rem del sueño o sueño profundo y es en esta fase donde se segrega la hormona del crecimiento.
Las caricias y los masajes que recibimos de bebés reducen nuestras hormonas del estrés y ayudan a nuestro desarrollo global. En cambio, el tacto activo que realizamos más tarde, o sea, la percepción táctil de nuestro entorno a través de las manos, la boca o los pies, nos hace posible elaborar una representación interna de los objetos, de la composición y de las propiedades materiales y espaciales que no podemos captar solo con la vista. De esta manera las caricias movilizan señales eléctricas que a su vez activan la liberación de sustancias químicas que participan activamente en la maduración del sistema nervioso, el crecimiento del organismo, la actividad del sistema inmune, los comportamientos emocionales y los estados de tensión o relajación de la musculatura.
Así el proceso de maduración que se inicia desde la fecundación del óvulo hasta el segundo año de vida posnatal denominado ontogénesis, es clave para la organización del sistema nervioso central (SNC).

Referencia
Casafont, R. (2012). Viaje a tu Cerebro. Barcelona: Grupo Z.


Dr. Félix Piñerúa Monasterio