Al nacer nuestro cerebro, si
bien esta completo estructuralmente, su maduración no se completa en la vida
intrauterina. Nuestro cerebro sigue evolucionando día a día y sus estructuras
maduran: van creando conexiones y van haciéndose cada día más hábiles. Ya en la
primera etapa de nuestra vida pensamos pero no somos conscientes de ello;
sentimos pero tampoco somos conscientes de ello. A medida que crecemos nos
hacemos conscientes de que pensamos y sentimos, y aprendemos a reconocer que
los demás también piensan y sienten. Adquirimos autoconciencia y posteriormente
desarrollamos nuestras competencias emocionales y sociales y, con ellas,
nuestra comunicación.
Para que los niños se desarrollen bien, no basta con
una alimentación equilibrada y un sueño reparador, requerimos de un entorno psicológico
saludable a fin de que nuestro cuerpo y nuestro cerebro maduren correctamente. Tenemos
necesidades psíquicas, emocionales y físicas que deben ser satisfechas; de lo
contrario, crecemos con retraso psicomotor y con alteraciones en nuestro
comportamiento. Se ha demostrado que los niños privados de afecto reducen la
secreción de la hormona del crecimiento y la recuperan si se les separa del entorno
desfavorable. Así también en estos niños había una alteración de la fase No Rem
del sueño o sueño profundo y es en esta fase donde se segrega la hormona del
crecimiento.
Las caricias y los masajes
que recibimos de bebés reducen nuestras hormonas del estrés y ayudan a nuestro
desarrollo global. En cambio, el tacto activo que realizamos más tarde, o sea,
la percepción táctil de nuestro entorno a través de las manos, la boca o los
pies, nos hace posible elaborar una representación interna de los objetos, de
la composición y de las propiedades materiales y espaciales que no podemos
captar solo con la vista. De esta manera las caricias movilizan señales eléctricas
que a su vez activan la liberación de sustancias químicas que participan
activamente en la maduración del sistema nervioso, el crecimiento del
organismo, la actividad del sistema inmune, los comportamientos emocionales y
los estados de tensión o relajación de la musculatura.
Así el proceso de maduración
que se inicia desde la fecundación del óvulo hasta el segundo año de vida
posnatal denominado ontogénesis, es clave para la organización del sistema nervioso
central (SNC).
Referencia
Casafont, R. (2012). Viaje a tu Cerebro. Barcelona: Grupo Z.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio