miércoles, 15 de febrero de 2012

Teorías Psicoanalítica sobre el Desarrollo de la Personalidad I


Sigmund Freud enfatizó la importancia de la infancia para el funcionamiento adulto, en particular los primeros cinco años de vida. Creía que la mayor influencia en el desarrollo durante estos primeros años de vida era el conflicto psicosocial alrededor de la pulsión sexual. Elaboro un modelo de desarrollo humano descrito en estadios psicosexuales, así cada zona erotogénica está asociada a una función somática vital: la zona oral con la alimentación, la zona anal con la defecación y así sucesivamente. Es a través de la sensación placentera que acompaña la realización de cualquiera de estas funciones somáticas lo que consolida una zona erógena. La necesidad de repetir esta sensación placentera es recurrente y queda desligada de la función somática.
Para Freud el desarrollo sexual se da en dos momentos. Los estadios pregenitales conducen a una parada, o “retirada”, por un período llamado de “latencia”. Un segundo momento se da en la pubertad y determina el resultado final de la vida sexual. Cada estadio tiene un tipo de personalidad adulta asociado con él y unas defensas particulares que predominan. Estas defensas se hacen particularmente fuertes si se produce una fijación.
Estadio Oral (el primer año de vida)
El primer órgano que surge como zona erotogénica es la boca, a través de la acción de succionar. Durante el estadio oral la actividad sexual no se ha separado todavía de la ingesta de alimentos. El propósito sexual es la incorporación del objeto. En este estadio el bienestar del niño depende en gran parte de los demás. Si sus necesidades están satisfechas concibe la existencia de una manera positiva y ve el mundo alrededor de él como cálido y benevolente. Si está necesitado, su orientación emocional bien puede ser pesimista, anticipa que el mundo será ingrato y hostil a sus necesidades. La fijación en este estadio es probable que dé como resultado un adulto que está demasiado preocupado por la gratificación oral.
En este estadio, los conflictos potenciales están en dar y recibir. Recibir representa la experiencia más temprana y pasiva del niño que está siendo alimentado, y dar representa los intentos más activos del niño por satisfacer las necesidades orales poniéndose cosas en la boca o succionándolas. Existen tres defensas fundamentales en el estadio oral: la negación, la proyección y la introspección.
Estadio Anal (de 1 a 3 años)
Durante el segundo año de la infancia, el desarrollo físico permite el comienzo del control de la evacuación. La pulsión sexual se centra en el placer que produce el hecho de expulsar o retener las heces. El desarrollo de la personalidad se ve enormemente influenciado por cómo es tratado el hábito de ir al baño. Así el desarrollo de la musculatura de la defecación durante este estadio favorece las sensaciones de placer “autoerótico” que acompañan a la expulsión o la retención de las heces. También permite al niño retrasar la gratificación para complacer a otros, o intenta controlar a los cuidadores reteniendo o expulsando heces de manera inadecuada. Los conflictos potenciales están relacionados con dar (expulsión anal) y con retener (retención anal). El niño considera sus heces como partes integrantes de su propio cuerpo; las heces representan el primer “regalo” de un niño. Produciendo heces puede expresar su conformidad activa con su entorno y con su retención, su desobediencia.
Este estadio es considerado el inicio de un cambio en las pulsiones. Pasan de ser puramente autoeróticas a tener objetos. Esta evolución es significativa no sólo en el desarrollo infantil sino también en la teoría de Freud, y representa el primer esbozo del cambio de la teoría de las pulsiones a las teorías de las relaciones con el objeto. Freud describe una fase intermedia entre la relación autoerótica y la relación con el objeto, que podemos denominar “narcisismo”. A diferencia del autoerotismo, en este momento el niño tiene un concepto de su propia persona; por lo que el propio cuerpo del niño se convierte en un objeto sexual, se ama a sí mismo como a sí mismo.
Si los padres refuerzan el uso del orinal, pueden sentar las bases para un placer posterior en crecer. Un niño que desarrolla una no disposición a “dejar ir”, puede derivar en avaricia. Las defensas predominantes en este estadio son el aislamiento, la intelectualización y la formación de la reacción.
Estadio Fálico (de los 3 a los 6 años)
Es considerado un precursor de la forma final que toma la vida sexual. La curiosidad del niño por las diferencias sexuales se acrecienta. Este interés en las diferencias sexuales conlleva al complejo de Edipo, donde el niño cree haber desarrollado deseos incestuosos por el progenitor de sexo opuesto junto con el deseo de desplazar al progenitor del mismo sexo. Freud ve en la resolución de este complejo de Edipo como la clave para un exitoso desarrollo psicosexual. En la fase fálica están los principios de la organización que subordinan los otros deseos a la primacía de los genitales, e indica el comienzo de una coordinación del deseo general hacia el placer en la función sexual. La defensa principal del estadio fálico es la represión, es decir, evitar la ansiedad despertada por deseos instintivos empujándolos fuera de la conciencia.
Período de Latencia (de los 6 años a la pubertad)
Es un momento de relativa inactividad de la pulsión sexual y consecuentemente de una reducción del conflicto. El niño puede centrarse más en el mundo social y externo, liberado de algunas de las interferencias que preocupan en los estados previos. La energía sexual se desvía hacia el afecto, actuando como estadio de transición en el desarrollo de las relaciones amorosas en la adolescencia.
Estadio Genital
En la pubertad, el desarrollo físico del sistema sexual se completa y los sentimientos sexuales vuelven a emerger. Ya no son más autodireccionados (autoeróticos) sino que implican la búsqueda de un objeto, circunstancialmente un compañero. La expresión sensual y afectuosa se fusionan, y el objeto natural de la pulsión sexual está ahora en el coito sexual genital. La defensa del estado genital es la sublimación, donde las pulsiones instintivas están expresadas de una forma socialmente más aceptable, de modo que son liberadas satisfactoriamente.

Referencia
Simanowitz, V. y Pearce, P. (2006). Desarrollo de la Personalidad. Madrid: Mc Graw Hill.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

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