miércoles, 10 de diciembre de 2014

Efectos Culturales en el Desarrollo del Lenguaje Materno

Después del nacimiento, un ambiente seguro y estimulante que vaya planteando objetivos alcanzables al niño en crecimiento favorecerá el desarrollo de su cerebro y la vida cultural promovida por el lenguaje es fundamental en ello.
El desarrollo de nuestro lenguaje materno nos demuestra como el entorno sigue programando algunos de los sistemas cerebrales también después del nacimiento. La lengua materna es independiente de nuestra herencia genética y siempre viene determinada por el ambiente cultural en el que el niño crece durante el período crítico en que se desarrolla el lenguaje. La adquisición de la lengua materna no sólo deja una fuerte impronta en el desarrollo cerebral, sino que es crucial para muchos aspectos del desarrollo del niño.
Durante nuestros primeros años de vida, nuestro ambiente determina la formación de los sistemas cerebrales relacionados con el lenguaje. Más adelante, una vez pasado el período crítico de desarrollo de nuestro sistema lingüístico, si intentamos aprender un idioma nuevo, lo hacemos con acento. En los niños que tienen entre nueve y once años, las áreas del cerebro que procesan las palabras y la información visual todavía se solapan. En los adultos se ha producido una especialización y esos dos tipos de información son procesadas en áreas distintas. El entorno lingüístico induce cambios permanentes en las estructuras y funciones cerebrales. Dependiendo de si una persona tiene como lengua materna el japonés o una lengua occidental, producirá las vocales y los sonidos parecidos a los que emiten los animales con la corteza derecha o la izquierda, independientemente de su legado genético. En la corteza frontal se halla un área crucial para el lenguaje: el área de Broca. Cuando alguien aprende una segunda lengua de adulto, emplea una subárea dentro de ella. Pero, cuando la persona crece en un ambiente bilingüe, las dos lenguas utilizan la misma área frontal. El núcleo caudado izquierdo controla cuál es el sistema lingüístico que se utiliza. La lengua y el entorno cultural determinan no sólo los sistemas cerebrales implicados en la producción del habla, sino también como interpretamos las expresiones faciales y cómo analizamos las imágenes y el entorno que nos rodea. Así, los japoneses y los habitantes de la Nueva Guinea no pueden distinguir bien entre una expresión de miedo y una de sorpresa, mientras que los chinos, a diferencias de los norteamericanos, no se fijan sólo en el objeto principal, sino que lo contemplan en relación con su entorno. Cuando efectuamos cálculos mentales, los chinos utilizan en parte otras áreas cerebrales que los occidentales. Ambos emplean los mismos números árabes y la parte inferior de la corteza parietal, pero los occidentales utilizan más los circuitos lingüísticos para procesar los números, mientras que los chinos emplean más los circuitos visuales y motores. Esto se explicable por el hecho de que los chinos crecen aprendiendo caracteres.

Referencia
Swaab, D. (2014). Somos Nuestro Cerebro. Barcelona: Plataforma.


Dr. Félix Piñerúa Monasterio

jueves, 9 de octubre de 2014

La Ínsula y el Asco

En el plano de la corteza cerebral, la principal región que interviene en las sensaciones sentidas o sentimientos es la corteza insular, una parte de la corteza cerebral de tamaño considerable, aunque discretamente oculta bajo la cisura de Silvio, y situada debajo de los opérculos frontal y parietal. La ínsula cuenta con varias circunvalaciones. La parte frontal de la ínsula es una región larga solera, relacionada con los sentidos del gusto y el olfato, adicionalmente es una plataforma no sólo para las sensaciones sino también para la activación de lagunas emociones. La ínsula sirve como punto para la activación de una emoción de gran importancia: el asco, una de las más antiguas emociones. El asco empezó siendo un medio automático de rechazar alimentos potencialmente tóxicos y evitar que entraran en el cuerpo. Los seres humanos sienten asco no sólo de alimentos en mal estado y del hedor o la fetidez que desprenden, sino que pueden sentirlo de una variedad de situaciones en las que la pureza de los objetos o del comportamiento se halla afectada y existe «contaminación». Y lo que es asimismo muy importante, en los seres humanos la percepción de acciones moralmente reprensibles provoca también asco. En consecuencia muchas de las acciones incluidas en el programa humano del asco, entre ellas las características expresiones faciales, han sido cooptadas por una emoción social como el desprecio, que a menudo es una metáfora del asco en sentido social.

Referencia
Damasio, A. (2013). Y el Cerebro Creó al Hombre. Barcelona: Booket Ciencia.


Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 26 de febrero de 2014

El Género “Homo” Único Cuyos Dientes han Decrecido al Aumentar el Cerebro

Investigadores de las universidades españolas de Granada y Málaga develan que los primates del género Homo son los únicos en los que el tamaño de los dientes ha decrecido a medida que ha aumentado el tamaño del cerebro. La clave de esto podría estar en la evolución de la dieta del Homo.
Como la digestión acontece, en primera instancia, en la cavidad oral, y los dientes son fundamentales para la reducción de los alimentos a partículas de menor tamaño. Lo normal sería que si crece el tamaño del cerebro, y con ello las necesidades metabólicas, también lo hagan los dientes, pero paradójicamente en el género Homo ha ocurrido lo contrario. Un cambio en la dieta, con la inclusión de una mayor cantidad de alimentos de origen animal, debió ser una de las claves de este fenómeno.
El incremento en la calidad de la dieta de los Homo, a través de una mayor ingestión de proteínas animales, grasas y algunos oligoelementos presentes en ellas, es fundamental para el mantenimiento y el funcionamiento correcto del cerebro. Por otra parte, un gran cerebro permitió el desarrollo cultural y social que conllevo a importantes innovaciones tecnológicas.
En el estudio se evaluaron la relación entre el tamaño de la dentición poscanina y el volumen del endocráneo en un conjunto amplio de primates, entre los que se incluyen a los principales representantes de los homínidos fósiles.
El investigador Jiménez Arenas indica que “hasta este trabajo, era bien conocido que los dientes disminuían de tamaño y el cerebro crecía a lo largo de la evolución de los humanos. Nosotros hemos determinado que se trata de dos tendencias evolutivas opuestas que están vinculadas desde hace 2,5 millones de años, momento en que aparece en el escenario evolutivo los primeros representantes de nuestro propio linaje, el género Homo”.
Estos cambios también están relacionados con la inactivación del gen MYH16, relacionado con la musculatura temporal, que disminuyó de tamaño hace aproximadamente 2,4 millones de años, lo cual supondría la desaparición de un importante impedimento para la encefalización (una musculatura temporal hipertrofiada impide el desarrollo de la bóveda craneana).
Igualmente han analizado su relación con la inactivación del gen SRGAP2, lo que contribuyó a la evolución del neocórtex, jugando un papel fundamental en el desarrollo del cerebro humano.
Este trabajo se realizo gracias a la colaboración de Juan Manuel Jiménez Arenas, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada con Paul Palmqyist y Juan Antonio Pérez Claro, del departamento de Ecología y Geología, y Juan Carlos Aledo, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular, de la Universidad de Málaga.

Referencia
http://noticiasdelaciencia.com  26/02/2014


Félix Piñerúa Monasterio