miércoles, 26 de febrero de 2014

El Género “Homo” Único Cuyos Dientes han Decrecido al Aumentar el Cerebro

Investigadores de las universidades españolas de Granada y Málaga develan que los primates del género Homo son los únicos en los que el tamaño de los dientes ha decrecido a medida que ha aumentado el tamaño del cerebro. La clave de esto podría estar en la evolución de la dieta del Homo.
Como la digestión acontece, en primera instancia, en la cavidad oral, y los dientes son fundamentales para la reducción de los alimentos a partículas de menor tamaño. Lo normal sería que si crece el tamaño del cerebro, y con ello las necesidades metabólicas, también lo hagan los dientes, pero paradójicamente en el género Homo ha ocurrido lo contrario. Un cambio en la dieta, con la inclusión de una mayor cantidad de alimentos de origen animal, debió ser una de las claves de este fenómeno.
El incremento en la calidad de la dieta de los Homo, a través de una mayor ingestión de proteínas animales, grasas y algunos oligoelementos presentes en ellas, es fundamental para el mantenimiento y el funcionamiento correcto del cerebro. Por otra parte, un gran cerebro permitió el desarrollo cultural y social que conllevo a importantes innovaciones tecnológicas.
En el estudio se evaluaron la relación entre el tamaño de la dentición poscanina y el volumen del endocráneo en un conjunto amplio de primates, entre los que se incluyen a los principales representantes de los homínidos fósiles.
El investigador Jiménez Arenas indica que “hasta este trabajo, era bien conocido que los dientes disminuían de tamaño y el cerebro crecía a lo largo de la evolución de los humanos. Nosotros hemos determinado que se trata de dos tendencias evolutivas opuestas que están vinculadas desde hace 2,5 millones de años, momento en que aparece en el escenario evolutivo los primeros representantes de nuestro propio linaje, el género Homo”.
Estos cambios también están relacionados con la inactivación del gen MYH16, relacionado con la musculatura temporal, que disminuyó de tamaño hace aproximadamente 2,4 millones de años, lo cual supondría la desaparición de un importante impedimento para la encefalización (una musculatura temporal hipertrofiada impide el desarrollo de la bóveda craneana).
Igualmente han analizado su relación con la inactivación del gen SRGAP2, lo que contribuyó a la evolución del neocórtex, jugando un papel fundamental en el desarrollo del cerebro humano.
Este trabajo se realizo gracias a la colaboración de Juan Manuel Jiménez Arenas, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada con Paul Palmqyist y Juan Antonio Pérez Claro, del departamento de Ecología y Geología, y Juan Carlos Aledo, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular, de la Universidad de Málaga.

Referencia
http://noticiasdelaciencia.com  26/02/2014


Félix Piñerúa Monasterio