Investigadores de las
universidades españolas de Granada y Málaga develan que los primates del género
Homo son los únicos en los que el
tamaño de los dientes ha decrecido a medida que ha aumentado el tamaño del
cerebro. La clave de esto podría estar en la evolución de la dieta del Homo.
Como la digestión acontece,
en primera instancia, en la cavidad oral, y los dientes son fundamentales para
la reducción de los alimentos a partículas de menor tamaño. Lo normal sería que
si crece el tamaño del cerebro, y con ello las necesidades metabólicas, también
lo hagan los dientes, pero paradójicamente en el género Homo ha ocurrido lo contrario. Un cambio en la dieta, con la
inclusión de una mayor cantidad de alimentos de origen animal, debió ser una de
las claves de este fenómeno.
El incremento en la calidad
de la dieta de los Homo, a través de
una mayor ingestión de proteínas animales, grasas y algunos oligoelementos
presentes en ellas, es fundamental para el mantenimiento y el funcionamiento
correcto del cerebro. Por otra parte, un gran cerebro permitió el desarrollo
cultural y social que conllevo a importantes innovaciones tecnológicas.
En el estudio se evaluaron
la relación entre el tamaño de la dentición poscanina y el volumen del
endocráneo en un conjunto amplio de primates, entre los que se incluyen a los
principales representantes de los homínidos fósiles.
El investigador Jiménez
Arenas indica que “hasta este trabajo, era bien conocido que los dientes
disminuían de tamaño y el cerebro crecía a lo largo de la evolución de los
humanos. Nosotros hemos determinado que se trata de dos tendencias evolutivas
opuestas que están vinculadas desde hace 2,5 millones de años, momento en que
aparece en el escenario evolutivo los primeros representantes de nuestro propio
linaje, el género Homo”.
Estos cambios también están
relacionados con la inactivación del gen MYH16, relacionado con la musculatura
temporal, que disminuyó de tamaño hace aproximadamente 2,4 millones de años, lo
cual supondría la desaparición de un importante impedimento para la
encefalización (una musculatura temporal hipertrofiada impide el desarrollo de
la bóveda craneana).
Igualmente han analizado su
relación con la inactivación del gen SRGAP2, lo que contribuyó a la evolución
del neocórtex, jugando un papel fundamental en el desarrollo del cerebro
humano.
Este trabajo se realizo
gracias a la colaboración de Juan Manuel Jiménez Arenas, del departamento de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada con Paul Palmqyist y
Juan Antonio Pérez Claro, del departamento de Ecología y Geología, y Juan
Carlos Aledo, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular, de la
Universidad de Málaga.
Referencia
http://noticiasdelaciencia.com 26/02/2014
Félix Piñerúa Monasterio