En el plano de la corteza
cerebral, la principal región que interviene en las sensaciones sentidas o
sentimientos es la corteza insular, una parte de la corteza cerebral de tamaño
considerable, aunque discretamente oculta bajo la cisura de Silvio, y situada
debajo de los opérculos frontal y parietal. La ínsula cuenta con varias circunvalaciones.
La parte frontal de la ínsula es una región larga solera, relacionada con los
sentidos del gusto y el olfato, adicionalmente es una plataforma no sólo para
las sensaciones sino también para la activación de lagunas emociones. La ínsula
sirve como punto para la activación de una emoción de gran importancia: el asco, una de las más antiguas
emociones. El asco empezó siendo un medio automático de rechazar alimentos
potencialmente tóxicos y evitar que entraran en el cuerpo. Los seres humanos
sienten asco no sólo de alimentos en mal estado y del hedor o la fetidez que
desprenden, sino que pueden sentirlo de una variedad de situaciones en las que
la pureza de los objetos o del comportamiento se halla afectada y existe «contaminación».
Y lo que es asimismo muy importante, en los seres humanos la percepción de
acciones moralmente reprensibles provoca también asco. En consecuencia muchas
de las acciones incluidas en el programa humano del asco, entre ellas las características
expresiones faciales, han sido cooptadas por una emoción social como el desprecio, que a menudo es una metáfora
del asco en sentido social.
Referencia
Damasio, A. (2013). Y el Cerebro Creó al Hombre. Barcelona:
Booket Ciencia.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio