La Etnohistoria es interdisciplinaria por naturaleza pues utiliza datos históricos, arqueológicos, etnográficos y etnológicos en su busca del conocimiento y la interpretación del comportamiento del hombre en sociedad.
Para Jiménez Nuñez (1972) el antropólogo, al actuar como etnohistoriador, tiene que recurrir necesariamente a las mismas fuentes que el historiador, pero la diferencia y la dificultad de su tarea están en convertir un material esencialmente histórico en material etnográfico. Esta es la primera cuestión que realmente separa a nivel académico y metodológico la historia de la etnohistoria, al historiador del antropólogo que utiliza documentos escritos. Se puede coincidir en el área geográfica, en la población objeto de estudio, en el tiempo e incluso en el tema y, por supuesto, en las fuentes utilizadas; sin embargo, el análisis y la interpretación del historiador serán distintas del análisis y la interpretación del antropólogo porque en una fase crucial del proceso de trabajo este último habrá de transformar los datos históricos de la documentación en información etnográfica de la misma naturaleza que la información que el arqueólogo encuentra o infiere de los restos materiales y el etnólogo de la observación personal y de sus informantes. Y las implicaciones prácticas de este razonamiento son muchas, y de ellas destaca la distinta evaluación que el historiador y el antropólogo harán de una misma documentación, pues donde uno no encuentre datos de interés el otro puede hallar información fundamental para su enfoque. Además, el etnohistoriador puede utilizar una documentación ya «trabajada» por el historiador, ya que el distinto marco teórico que les guía permite a cada uno leer cosas diferentes, nuevas, en un mismo texto. Otra diferencia es la que se refleja en la importancia que para el historiador tiene la fecha exacta de un suceso y el valor de un documento único en su clase o contenido frente al marco cronológico más flexible del antropólogo y la importancia del documento o el dato repetido, reiterado, expuesto por personas muy diversas y desde ángulos distintos; en este caso, el antropólogo no se interesa tanto en el hecho que se manifiesta, sino en su valor como exponente de una diversidad social y cultural mucho más interesante que el mismo dato.
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