La consciencia es la capacidad para
desarrollar actividades mentales a partir de la complejidad de la estructura
cerebral y de su sistema funcional. Contiene la facultad para la percepción y
comprensión del medio natural, social y subjetivo, junto a la posibilidad de
interaccionar con ellos y a partir de allí conformar el Sistema de Creencias
(SC). La consciencia hace posible que nos percatemos de nosotros mismos, de
nuestro interior, de cómo somos y nos sentimos, a la vez que podamos entender
la relación con los demás individuos y objetos que nos rodean.
La
emergencia de la consciencia no cabe atribuirla sólo al córtex cerebral, sino
al conjunto de estructuras interconectadas desde el córtex hasta el tronco
cerebral. En el desarrollo evolutivo aparece un crecimiento progresivo del
cerebro desde el tronco cerebral hacia arriba. Los reptiles poseen ya
estructuras similares a nuestro troco cerebral
que les permitía mantener las funciones vitales básicas: respirar,
dormir y buscar alimentos ante la sensación de hambre entre otras funciones.
Los mamíferos primitivos desarrollaron por encima algunos núcleos basales, así
como un rudimentario sistema límbico-olfatorio con estructuras como el
hipocampo, encargado de mantener en la memoria aquello que su cerebro
consideraba relevante para su supervivencia, y la amígdala responsable de
imprimir emoción a su vivencia, en los mamíferos más evolucionados aparece,
cubriendo todo lo anterior, el neocórtex que contiene las áreas de asociación.
En el humano todo este desarrollo es más grande y complejo. Cabe entender que
la interconexión entre las estructuras de cada nivel sirve tanto en dirección
hacia abajo (gestión del organismo), como hacia arriba (influencia en la
producción mental). Es importante resaltar que por sobre el nivel de los
sistemas, los mecanismos regulatorios funcionan interconectados: El Sistema
Nervioso Central (SNC), con el Sistema Nervioso Autónomo (SNA), con el Aparato
Cardiovascular, con el Sistema Neurohormonal (SNH) y con el Sistema Inmune (SI).
Así un pensamiento perturbador producto de nuestro SC puede generar una
respuesta del SNA y el eje hipotálamo hipofisario adrenal (HHA), siendo sus
principales mediadores las catecolaminas; noradrenalina (liberada por los
nervios periféricos), y adrenalina (medula adrenal), y las hormonas;
corticotrofina y cortisol (liberados por la hipófisis y por la corteza adrenal
respectivamente). Estos sistemas se activan en forma simultánea, y se inactivan
en condiciones normales cuando la situación perturbadora se extingue. Sin
embargo si el pensamiento perturbador es persistente el organismo continúa
expuesto a altos niveles de catecolaminas y corticoides con consecuencias
patológicas.
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