La memoria es la
capacidad de guardar información y volverla a recuperar después y es la que nos
permite tener un acceso consciente a nuestro pasado.
Se ha descubierto
que la fuerza de los contactos entre las células nerviosas no es invariable,
sino que los mismos contactos sinápticos podían reforzarse o debilitarse en
función del tipo de estimulo eléctrico que trasmitían. Por consiguiente el SN
no esta formado por conexiones completas y fijas, sino que tiene plasticidad.
Hay circuitos, que se forman durante el desarrollo, en los que se encuentran
los patrones de conductas innatos. Pero también hay componentes del SN que
cambian con el aprendizaje.
La experiencia
sirve para fortalecer las conexiones entre las células nerviosas. Eso
constituye la base de la memoria.
Entre las
estructuras cerebrales implicadas en el proceso de la memoria tenemos a la Corteza
Prefrontal (CPF) desempeña múltiples funciones y coordina además las
distintas áreas cerebrales que conforman la memoria de trabajo o memoria
a corto plazo. La CPF ejerce su función para la memoria de trabajo en
estrecha colaboración con el hipocampo fijando la atención y
seleccionando los estímulos. Si queremos marcar inmediatamente un número y
luego lo olvidamos, estamos utilizando la memoria de trabajo. Pero si repetimos
el número varias veces, podemos almacenarlo en la memoria a largo plazo.
La memoria de trabajo retiene la información por poco tiempo y para un uso
general y es crucial para llevar a cabo tareas complejas y acciones
determinadas.
El Hipocampo
está especializado en combinar la información que recibe procedente de varios
sentidos hasta formar una escena coherente en la memoria autobiográfica,
luego si la información es relevante se almacenará en otra parte por la memoria
a largo plazo. El hipocampo hace todo esto en colaboración con la corteza del lóbulo
temporal, ubicada en la parte interna encima del hipocampo, y con el giro
parahipocampal o corteza entorrinal. El hipocampo no es solo crucial
para nuestra memoria, sino que lo necesitamos además para nuestra orientación
espacial y para hacer una previsión coherente del futuro.
La Amígdala,
que está justo delante del hipocampo en el lóbulo temporal, pone su sello a un
recuerdo que tiene una fuerte carga emocional. Y también está involucrada en
ello la hormona del estrés, el cortisol. La amígdala marca los sucesos
angustiantes, de tal manera que éstos son almacenados para siempre en la
memoria a largo plazo. De ahí que el 80% de nuestros primeros recuerdos estén
relacionados con experiencias negativas.
En la Memoria a
Largo Plazo, el camino que sigue la información a través de nuestro cerebro
hasta llegar a la memoria a largo plazo empieza en la corteza entorrinal.
A continuación, bajo la dirección de la CPF, la información se guarda
poco tiempo en el hipocampo. De ahí, en parte regresa a la corteza
temporal para ser almacenada a largo plazo, y en parte toma un largo camino
atravesando el arco del fórnix, que está en el séptum, para
llegar al hipotálamo, de donde parten algunas fibras que van a los cuerpos
mamilares y otras se adentran en el hipotálamo.
El Cerebelo,
se localiza en la fosa craneal posterior y contiene el 80% de nuestra células
nerviosas, se encarga de que nuestro lenguaje y nuestros movimientos estén bien
coordinados. Gracias a el podemos fijar los ojos en un mismo punto. Guarda la memoria para los movimientos
aprendidos. El programa para movimientos complejos, también llamado memoria
implícita, es almacenado y perfeccionado en el cerebelo, y después esos
movimientos pueden realizarse de forma automática. Al practicar los mismos
gestos una y otra vez, éstos pasan a estar completamente automatizados y son
trasferidos a la memoria no declarativa o procedimental.
El cerebelo, además
del papel crucial en los movimientos, también tiene un papel importante en las
funciones cognitivas superiores. Los trastornos de desarrollo del cerebelo,
lesiones locales, ictus o tumores de esa área pueden ir acompañados de muchos
problemas psicológicos, dislexia, TDAH, alteraciones de la inteligencia verbal
y del aprendizaje.
Referencias
Mariño, X. (2013). Neurociencia para Julia. Pamplona:
Universidad Pública de Navarra.
Ortiz, T. (2011). Neurociencia y Educación. Madrid:
Alianza Editorial.
LA MEMORIA Y ESTRUCTURAS
CEREBRALES IMPLICADAS
AUTOR:
Félix
Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
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