domingo, 27 de mayo de 2012

El Espíritu Fálico y la Psique Masculina


Príapo, el dios Falo, en la mitología griega es considerado hijo de Dionisos y Afrodita. Se dice que ésta había cedido a los abrazos de Dionisos, pero durante la expedición de éste a la India le fue infiel y vivió con Adonis. A la vuelta de Dionisos, Afrodita volvió a su lado, pero pronto le abandonó de nuevo y marchó a Lámpsaco para dar a luz al hijo del dios. Hera, decepcionada por la conducta de Afrodita, la tocó y su poder mágico hizo que alumbrase un hijo extremadamente feo y con unos genitales inusualmente grandes. Fue abandonado por Afrodita y recogido por unos pastores, que le criaron. Era adorado en Lampsaco, en fiestas que tenían el carácter de orgías. Es también el dios de la fertilidad de los campos, del cultivo de las viñas, de la fertilidad de los ganados, del trabajo de de las abejas, etc.
Arquetipalmente el espíritu fálico, como el pene, funciona de manera autónoma, independiente del control de la mente racional. Aunque aparentemente el pene puede ser manipulado para que actúe, sin duda tiene una voluntad propia capaz de resistir todas las argucias de la mente racional (el ego). Sin embargo, la actitud y la relación del ego respecto al pene puede causar cambios profundos en las relaciones de este órgano primario de la sexualidad masculina.
Si aceptamos la idea de que el pene es un órgano que se halla especialmente bajo la influencia del espíritu fálico, podemos deducir algo acerca de la naturaleza de este dios, Falo. Reconoceremos, sobre todo, su cualidad esencialmente impredecible. En la experiencia, parece manifestarse como una afluencia o empuje repentino y poderoso que viene del interior, fluyendo rápidamente con el deseo para contactar con otro objeto, ya sea una idea, una imagen, otra persona o un objeto inanimado. Mientras que el deseo del espíritu femenino Útero es ser penetrado, recibir y abrazar, el deseo de Falo es siempre ir hacia la penetración de un ámbito desconocido. Todo aquel que teme salir de estructuras viejas y estables hacia áreas que son nuevas, desconocidas y aún sin formar, temerá el influjo repentino e irracional de Falo. Por tanto, la relación adecuada con este espíritu es esencial para el cambio y el desarrollo psicológico. A la vez, es un espíritu que siempre se mueve: curioso, impulsivo, explosivo, atrevido pero incapaz de compromiso; rebosante de la alegría de su propio poder y listo para usarlo contra todo lo que se ponga en su camino, despreocupado de cuidar y nutrir las relaciones humanas a menos que el Eros lo atempere y lo contenga.
El Eros y el Falo a menudo son difíciles de distinguir porque ambos son fuerzas vitales fundamentalmente activas e iniciadoras. Ambos viven como una fuerza que nos lleva de donde estemos hacia otro objeto o persona. Sin duda, hay una estrecha relación entre Falo y Eros. Tal vez Falo es la fuente primaria de la energía que hay en cada emoción que motiva al hombre a moverse, actuar, iniciar. Quizá la principal diferencia es que Eros siempre es un deseo de fundirse, unir, mientras que Falo es primariamente un deseo de penetral y explorar. Además, Eros siempre despierta un gran interés por conservar la belleza e integridad del otro, mientras que Falo carece de tal interés; en su forma pura tiende a violar y en última instancia a destruir el objeto de su fascinación.

Referencias
Fontán, R. (1981). Diccionario de la Mitología Mundial. Madrid: Edaf.
Stein, R. (2007). El Falo y la Psicología Masculina en Espejos del Yo. Barcelona: Kairós.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

lunes, 14 de mayo de 2012

Imagen Arquetipal del Eterno Adolescente


El niño-dios Iacchus, llamado el puer aeternus, es un dios de la vida, la muerte y la resurrección – el dios de la divina juventud, correspondiente a dioses orientales como Tammuz, Attis y Adonis. Esta imagen arquetipal también puede designar cierto tipo de hombre joven que tiene un destacado complejo materno y por tanto una serie de comportamientos característicos que son normales en un joven de dieciséis o diecisiete años que si se prolongan en la vida posterior, acompañada en muchos casos de una dependencia excesiva de la madre, tipifica dos perturbaciones con un destacado complejo materno, como señala Jung, la homosexualidad y el donjuanismo, en el último caso hay un anhelo eterno de la mujer maternal que le rodeara con sus brazos y satisfará todas sus necesidades.
El puer aeternus generalmente experimenta grandes dificultades para adaptarse a la situación social, sintiéndose especial en ellos surge una actitud arrogante hacia otras personas, debido tanto a un complejo de inferioridad como a falsos sentimientos de superioridad. Tales personas suelen tener grandes dificultades para encontrar el tipo adecuado de trabajo. A menudo esta neurosis va acompañada, en mayor o menor grado, de un complejo de salvador o mesías. Esto puede levar a una típica megalomanía. Una fascinación por deportes peligrosos, especialmente el vuelo y el alpinismo, dirigido a alcanzar lo más alto posible; ello simboliza el escapar de la madre: de la tierra, de la vida ordinaria. Cuando el complejo está muy pronunciado, muchos de estos hombres mueren a temprana edad en accidentes.
A los pueri no les suelen gustar los deportes que exigen paciencia o un largo aprendizaje, suelen ser de naturaleza muy impaciente. Lo único que rechazan absolutamente es asumir responsabilidad por algo o tener que cargar con el peso de una situación. Suelen tener temas interesantes de que hablar y producen un efecto estimulante sobre el oyente; no les gustan las situaciones convencionales; formulan preguntas profundas y van directamente en pos de la verdad; generalmente buscan una religión genuina. El encanto juvenil del puer aeternus suele prolongarse a las etapas posteriores de la vida.
Hay otro tipo de puer en el que no se aprecia el encanto de la eterna juventud y a través del cual no brilla el arquetipo de la juventud divina. Por el contrario, vive en un continuo aturdimiento soñoliento, lo cual también es una característica adolescente: el muchacho somnoliento e indisciplinado que se limita a ir vagando por ahí, con su mente deambulando de un lado para otro. Pero el aturdimiento soñoliento es sólo un aspecto externo, y si conseguimos atravesarlo encontramos una prolífica fantasía que guarda en su interior.
El análisis de un puer aeternus llega tarde o temprano al problema del trabajo. Sólo cuando el ego se ha fortalecido suficientemente puede superarse el problema y se da la posibilidad de empeñarse en el trabajo. Todo trabajo, incluido el trabajo creativo, contiene cierta cantidad de rutina aburrida, que es donde el puer aeternus huye y llega de nuevo a la conclusión de que «¡no es esto!»

Referencia
Von Franz, M. (2007). Espejos del Yo. Barcelona: Kairós.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio