Príapo, el dios Falo, en la mitología griega es considerado hijo de Dionisos
y Afrodita. Se dice que ésta había cedido a los abrazos de Dionisos, pero
durante la expedición de éste a la India le fue infiel y vivió con Adonis. A la
vuelta de Dionisos, Afrodita volvió a su lado, pero pronto le abandonó de nuevo
y marchó a Lámpsaco para dar a luz al hijo del dios. Hera, decepcionada por la
conducta de Afrodita, la tocó y su poder mágico hizo que alumbrase un hijo
extremadamente feo y con unos genitales inusualmente grandes. Fue abandonado
por Afrodita y recogido por unos pastores, que le criaron. Era adorado en
Lampsaco, en fiestas que tenían el carácter de orgías. Es también el dios de la
fertilidad de los campos, del cultivo de las viñas, de la fertilidad de los
ganados, del trabajo de de las abejas, etc.
Arquetipalmente el espíritu fálico, como el pene, funciona de manera autónoma,
independiente del control de la mente racional. Aunque aparentemente el pene
puede ser manipulado para que actúe, sin duda tiene una voluntad propia capaz
de resistir todas las argucias de la mente racional (el ego). Sin embargo, la
actitud y la relación del ego respecto al pene puede causar cambios profundos
en las relaciones de este órgano primario de la sexualidad masculina.
Si aceptamos la idea de que el pene es un órgano que se halla especialmente
bajo la influencia del espíritu fálico, podemos deducir algo acerca de la
naturaleza de este dios, Falo. Reconoceremos, sobre todo, su cualidad
esencialmente impredecible. En la experiencia, parece manifestarse como una
afluencia o empuje repentino y poderoso que viene del interior, fluyendo rápidamente
con el deseo para contactar con otro objeto, ya sea una idea, una imagen, otra
persona o un objeto inanimado. Mientras que el deseo del espíritu femenino
Útero es ser penetrado, recibir y abrazar, el deseo de Falo es siempre ir hacia
la penetración de un ámbito desconocido. Todo aquel que teme salir de
estructuras viejas y estables hacia áreas que son nuevas, desconocidas y aún
sin formar, temerá el influjo repentino e irracional de Falo. Por tanto, la
relación adecuada con este espíritu es esencial para el cambio y el desarrollo psicológico.
A la vez, es un espíritu que siempre se mueve: curioso, impulsivo, explosivo,
atrevido pero incapaz de compromiso; rebosante de la alegría de su propio poder
y listo para usarlo contra todo lo que se ponga en su camino, despreocupado de
cuidar y nutrir las relaciones humanas a menos que el Eros lo atempere y lo
contenga.
El Eros y el Falo a menudo son difíciles de distinguir porque ambos son
fuerzas vitales fundamentalmente activas e iniciadoras. Ambos viven como una
fuerza que nos lleva de donde estemos hacia otro objeto o persona. Sin duda,
hay una estrecha relación entre Falo y Eros. Tal vez Falo es la fuente primaria
de la energía que hay en cada emoción que motiva al hombre a moverse, actuar,
iniciar. Quizá la principal diferencia es que Eros siempre es un deseo de
fundirse, unir, mientras que Falo es primariamente un deseo de penetral y
explorar. Además, Eros siempre despierta un gran interés por conservar la
belleza e integridad del otro, mientras que Falo carece de tal interés; en su
forma pura tiende a violar y en última instancia a destruir el objeto de su
fascinación.
Referencias
Fontán, R. (1981). Diccionario de la
Mitología Mundial. Madrid: Edaf.
Stein, R. (2007). El Falo y la
Psicología Masculina en Espejos del
Yo. Barcelona: Kairós.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio
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