El niño-dios Iacchus, llamado el puer aeternus, es un dios de la vida, la
muerte y la resurrección – el dios de la divina juventud, correspondiente a
dioses orientales como Tammuz, Attis y Adonis. Esta imagen arquetipal también puede
designar cierto tipo de hombre joven que tiene un destacado complejo materno y
por tanto una serie de comportamientos característicos que son normales en un
joven de dieciséis o diecisiete años que si se prolongan en la vida posterior,
acompañada en muchos casos de una dependencia excesiva de la madre, tipifica
dos perturbaciones con un destacado complejo materno, como señala Jung, la
homosexualidad y el donjuanismo, en el último caso hay un anhelo eterno de la
mujer maternal que le rodeara con sus brazos y satisfará todas sus necesidades.
El puer aeternus generalmente experimenta grandes dificultades para
adaptarse a la situación social, sintiéndose especial en ellos surge una
actitud arrogante hacia otras personas, debido tanto a un complejo de
inferioridad como a falsos sentimientos de superioridad. Tales personas suelen
tener grandes dificultades para encontrar el tipo adecuado de trabajo. A menudo
esta neurosis va acompañada, en mayor o menor grado, de un complejo de salvador
o mesías. Esto puede levar a una típica megalomanía. Una fascinación por
deportes peligrosos, especialmente el vuelo y el alpinismo, dirigido a alcanzar
lo más alto posible; ello simboliza el escapar de la madre: de la tierra, de la
vida ordinaria. Cuando el complejo está muy pronunciado, muchos de estos hombres
mueren a temprana edad en accidentes.
A los pueri no les suelen gustar los deportes que exigen paciencia o un
largo aprendizaje, suelen ser de naturaleza muy impaciente. Lo único que
rechazan absolutamente es asumir responsabilidad por algo o tener que cargar
con el peso de una situación. Suelen tener temas interesantes de que hablar y
producen un efecto estimulante sobre el oyente; no les gustan las situaciones
convencionales; formulan preguntas profundas y van directamente en pos de la
verdad; generalmente buscan una religión genuina. El encanto juvenil del puer aeternus suele prolongarse a las
etapas posteriores de la vida.
Hay otro tipo de puer en el que no se aprecia el encanto
de la eterna juventud y a través del cual no brilla el arquetipo de la juventud
divina. Por el contrario, vive en un continuo aturdimiento soñoliento, lo cual también
es una característica adolescente: el muchacho somnoliento e indisciplinado que
se limita a ir vagando por ahí, con su mente deambulando de un lado para otro. Pero
el aturdimiento soñoliento es sólo un aspecto externo, y si conseguimos
atravesarlo encontramos una prolífica fantasía que guarda en su interior.
El análisis de un puer aeternus llega tarde o temprano al
problema del trabajo. Sólo cuando el ego se ha fortalecido suficientemente
puede superarse el problema y se da la posibilidad de empeñarse en el trabajo. Todo
trabajo, incluido el trabajo creativo, contiene cierta cantidad de rutina
aburrida, que es donde el puer aeternus huye
y llega de nuevo a la conclusión de que «¡no es esto!»
Referencia
Von Franz, M. (2007). Espejos del Yo. Barcelona: Kairós.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio
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