La espiritualidad es la
sensibilidad para la religión. Es una característica que el Homo sapiens posee
en cierta medida, aun cuando la persona no forme parte de una determinada
religión, pues la religión es una interpretación local de nuestros sentimientos
de espiritualidad. La elección de ser o no religioso no es libre. La cultura en
el que se crece se encarga de que la fe de nuestros padres quede fijada en
nuestros circuitos cerebrales de un modo parecido a lo que sucede con la lengua
materna. Los neurotransmisores como la serotonina influyen en nuestro nivel de
espiritualidad. La cantidad de receptores de serotonina, en el cerebro se
correlaciona con el grado de espiritualidad. Y las sustancias que actúan sobre
la serotonina como el LSD, las mescalina del peyote y la psilocibina de setas alucinógenas,
pueden ocasionar experiencias místicas y espirituales, lo mismo que las
sustancias que actúan sobre el sistema opioide del cerebro.
Dean Hamer ha encontrado un
gen (gen de dios) donde unas pequeñas mutaciones determinan el grado de
espiritualidad.
Después del nacimiento
empieza la programación religiosa del cerebro del niño y esto implica una
ventaja evolutiva. Los niños deben acatar las advertencias y seguir las
indicaciones de los padres y de otras autoridades sin protestar si no quieren
correr un grave peligro. La desventaja de esta característica es que hace a los
niños crédulos. Por otra parte, el adoctrinamiento a temprana edad es fácil. La
imitación, que constituye la base para nuestro aprendizaje social, es un
mecanismo sumamente eficiente. Hasta disponemos de sistema aparte de «neuronas
espejo» en nuestro cerebro. De ese modo, ideas religiosas como creer que existe
otra vida después de la muerte, van trasmitiéndose de generación en generación
y grabándose en nuestros circuitos cerebrales.
Con la evolución del hombre
surgieron cinco comportamientos característicos, comunes a todas las culturas,
que son: la lengua, la fabricación de armas, la música, el arte y la religión. La
ventaja evolutiva que la religión posee para el ser humano es evidente.
En primer lugar mantiene
unida a la comunidad. Las religiones emplean una serie de instrumentos para la
cohesionar el grupo.
Uno de los mecanismos
universales para mantener unido a un grupo es el mensaje de que casarse con alguien
de otra creencia es pecado.
La religión impone normas
sociales al individuo en nombre de dios, a veces con amenazas explicitas en el
caso de que no se cumpla.
La fe quiere que sus adeptos
sean reconocidos como miembros de la comunidad. Eso se consigue mediante símbolos
externos, como kipás, crucifijos, el chador o una burka, mediante características
físicas como la circuncisión, y mediante el conocimiento de las sagradas
escrituras, oraciones y rituales. Es preciso ver y oír quien pertenece a la
comunidad para beneficiarse de su protección.
La mayoría de las religiones
tiene reglas orientadas a favorecer la procreación. Así se amplía y fortalece
la comunidad.
Los mandatos y las
prohibiciones de la fe no solo ofrecían la ventaja de proteger al grupo; los
contactos y los preceptos sociales también poseían elementos que beneficiaban
la salud.
Tener convicciones
religiosas ofrece ayuda y consuelo en tiempos difíciles, mientras que el ateo
debe superar los problemas por sí mismo.
Dios da una respuesta a todo
lo que no sabemos o no comprendemos, por otra parte, contar con una religión da
una sensación de optimismo.
La fe reducirá parte del
temor a la muerte al creer que existe una vida más allá.
Siempre ha tenido gran
importancia matar a otros grupos en nombre del propio dios. Los humanos se han
desarrollado durante millones de años en un entorno donde apenas había suficiente
comida para su propio grupo. Por tanto, cualquier otro grupo con el que se
cruzaran constituía una amenaza para su supervivencia y, por tanto, debía ser
eliminado.
Así formar parte de un grupo
comporta muchas ventajas. Se goza de protección frente a otros grupos, lo que
garantiza más probabilidad de sobrevivencia
Referencias
Rubia, F. (2014). La Conexión Divina. Barcelona: Critica.
Swaab, D. (2014). Somos Nuestro Cerebro. Barcelona:
Plataforma Editorial.
NEUROCIENCIAS
Y ESPIRITUALIDAD
AUTOR:
Félix
Piñerúa Monasterio
DISEÑO
Y MONTAJE ELECTRÓNICO: Trinemily Gavidia
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