La filosofía se nos presenta hoy, renovada, como una disciplina totalizadora del sentido, situada estratégicamente entre el mythos (vivencia, intuición, sentido común inmediato; etimológicamente la palabra mito proviene del griego clásico μῦθος, que significa aproximadamente ‘el discurso’, ‘palabras con actos’ -Esquilo: «ἔργῳ κοὐκέτι μύθῳ», ‘de la palabra al acto’- y, por extensión, un ‘acto de habla ritualizado’, como el de un jefe en una asamblea, o el de un poeta o sacerdote o un relato) y el logos puro (razón científica abstracta y regional; que en griego clásico λόγος, significa: la expresión oral o escrita de los pensamientos y también la habilidad de una persona para expresar sus pensamientos -logos interior-) (Ortiz-Osés, 1986).
El mito es un fenómeno psicológico y cultural complejo que puede ser abordado desde diferentes puntos de vista. Es una narración que aborda en lenguaje simbólico hechos profundamente humanos que van desde la creación del mundo, inframundo y supramundo y todos los seres que en ellos habitan; hasta patrones de conducta aceptados o prohibidos, de igual forma representan mensajes de nuestro inconsciente personal como colectivo.
La mitología en su complejidad se nos presenta como una alternativa de explicación simbólica frente al mundo conciente e inconsciente que recurre a la metáfora (del griego metá o metastas 'más allá, después de'; y phorein, 'pasar, llevar'; consiste en el uso de una expresión con un significado distinto o en un contexto diferente al habitual) como herramienta creativa. Entonces, los relatos se adaptan y se transforman de acuerdo a quién los cuenta y el contexto en el que son transmitidos.
Así tenemos que el mito es una figura literaria polisémicas por excelencia, tendrá un significado diferente para el antropólogo, para el psicólogo o para el filósofo. Esa es precisamente una de las funciones del mito: consagrar la ambigüedad y la contradicción. Un mito no tiene por qué transmitir un mensaje único, claro y coherente. La mitología no es sino una alternativa de explicación frente al mundo que recurre a la metáfora.
Esta figura literaria no es extraña ni a la filosofía, ni a la educación, Platón usaba los mitos como alegoría (del griego allegorein, «hablar figuradamente»), y también como emblemas literarios en el desarrollo de un argumento.
En el libro VII de La República, Platón explica su teoría de la existencia de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzable mediante la razón). A continuación expondremos partes de este mito relacionado con la educación como proceso.
El mito comienza así:
– Represéntate el estado de la naturaleza humana, con respecto a la educación y a su ausencia. Imagina un antro subterráneo, que tenga en toda su anchura una abertura que dé libre paso a la luz, y en esta caverna, hombres encadenados desde la infancia, de suerte que no puedan mudar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cadenas que le sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tienen en frente. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, supóngase un fuego cuyo resplandor los alumbra, y un camino elevado entre este fuego y los cautivos. Supón a lo largo de este camino un tabique, semejante a la mampara que los titiriteros, ponen entre ellos y los espectadores, para exhibir por encima de ellas las maravillas que hacen.
-Figúrate ahora unas personas que pasan a lo largo del tabique llevando objetos de toda clase, figura de hombres, de animales, de suerte que todo esto sobresale del tabique. Entre los portadores de todas estas cosas, como es natural, unos irán hablando y otros pasaran sin decir nada.
-Por lo pronto, ¿crees que puedan ver otra cosa, de si mismos y de los que están a su lado, que las sombras que el fuego proyecta enfrente de ellos en el fondo de la caverna?
-¿Cómo habían de poder ver más, si desde su nacimiento están precisados a tener la cabeza inmóvil?
-Y respecto a los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra cosa que las sombras de los mismos?
-¿Qué otra cosa, si no?
-Si pudieran conversar unos con otros, ¿no convendrían en dar a las sombras que ven los nombres de las cosas mismas?
-Por fuerza.
-Y si en el fondo de su prisión hubiera un eco que repitiese las palabras de los transeúntes, ¿se imaginarían oír hablar a otra cosa que a las sombras mismas que pasan delante de sus ojos?
-¡No, por Zeus!
-Mira ahora, lo que naturalmente debe suceder a estos hombres, si se les libera de las cadenas y se les cura de su ignorancia. Que se desligue a uno de estos cautivos, que se le fuerce de repente a levantarse, a volver la cabeza, a marchar y mirar del lado de la luz; hará todas estas cosas con un trabajo increíble; la luz le ofenderá a los ojos, y el alucinamiento que habrá de causarle le impedirá distinguir los objetos cuyas sombras veía antes. ¿Qué crees que respondería si se le dijese que hasta entonces sólo había visto fantasmas y que ahora tenía delante de su vista objetos más reales y más aproximados a la verdad? Si en seguida se le muestran las cosas a medida que se vayan presentando y a fuerza de preguntas se le obliga a decir lo que son, ¿no se le pondrá en el mayor conflicto y no estará él mismo persuadido de que lo que veía antes era más real que lo que ahora se le muestra?
-Y si se le obligase a mirar la luz misma, ¿no sentiría dolor en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en estas más distinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra?
-Así es
-Si después se le saca de allí a la fuerza y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¿qué suplicio seria para él verse arrastrado de esa manera? ¡Cómo se enfurecería! Y cuando llegara a la luz del sol, deslumbrados sus ojos con tanta claridad, ¿podría ver ninguno de estos numerosos objetos que llamamos seres reales?
-Al pronto no podría
-Necesitaría indudablemente algún tiempo para acostumbrarse a ello. Lo que distinguiría más fácilmente sería, primero, sombras; después, las imágenes de los hombres y demás objetos reflejados sobre la superficie de las aguas, y por último, los objetos mismos. Luego, dirigiría sus miradas al cielo, al cual podría mirar más fácilmente durante la noche a la luz de la luna y de las estrellas que en pleno día a la luz del sol.
En el mito anterior podemos notar como Platón a través del lenguaje del mito nos trasmite de forma amplia y abierta su concepción del mundo y del proceso educativo como mencionamos anteriormente.
Este lenguaje alegórico y metafórico ha sido parte de la humanidad, desde sus inicios, manifestándose no solo en mitos sino también en leyendas y fábulas.
En relación a las fábulas podemos decir que esta tiene al menos tres características fundamentales. Una primera característica, en la que coinciden todos los autores que, desde Aristóteles, han intentado definir la fábula, es la de su carácter didáctico, moralizante. La fábula es, para Aristóteles un instrumento de persuasión, de exhortación hacia una determinada conducta.
Una segunda característica de las fábulas sería su carácter alegórico. La historia fantástica que las fábulas nos relatan no tiene valor en sí misma, sino en la medida en que puede transponerse alegóricamente al mundo real y servir para comprenderlo.
Una tercera y fundamental característica es la intencionalidad moral de la fábula, en cuanto que en toda fábula se evalúa la conducta que se acaba de referir, y esta evaluación constituye la verdadera finalidad del relato.
Conocidas a nivel mundial son las fabulas de Esopo, y las de tío tigre y tío conejo del saber popular venezolano, donde de manera inmediata podemos identificar las características antes mencionadas.
Todo lo expuesto es sustentado por la psicología profunda donde se explica que la estructura basita del cerebro humano puede verse como generadora de pautas arquetípicas (tendencia a formar representaciones de un motivo, representaciones que pueden variar muchísimo en detallas sin perder su modelo básico): modos generales de percepción que proporcionan los elementos y tal vez fijan los limites dentro de los cuales los seres humanos son capaces de pensar, percibir y recibir mensajes (Mattoon; 1980).
Adicionalmente los antropólogos Hawkes y Woolley (1963) sostienen que las fuentes de la grandeza humana residen en el desarrollo y el ejercicio de las capacidades mentales combinadas del intelecto y la imaginación; dando por sentado que la mente imaginativa poseía su propio sentido de lo que era la forma pura, que, no importa su origen, sigue en vigencia para nosotros en la actualidad.
Al respecto Piñerúa (2005) sostiene que la imagen es una expresión concentrada de la situación global, y no solo o preponderantemente de los contenidos inconscientes.
De maneta tal que podemos concluir que el mito y figuras literarias relacionadas como las fábulas y las leyendas son una fuente fundamental en el proceso educativo pues a través de el podemos impactar tanto nuestros estados conciente como inconsciente en una función integradora.
ReferenciasEsopo. (1999). Fábulas Completas. Madrid: Edimat Libros, S.A.
Hawkes, J y Woolley, L. (1963). Historia del Desarrollo Cultural y Científico de la Humanidad. Buenos Aires: Sudamericana.[
Mattoon, M. (1980). El Análisis Jungiano de los Sueños. Buenos Aires: Paidós.
Ortiz-Osés, A. (1986). La Nueva Filosofía Hermenéutica. Barcelona: Anthropos.
Platón. (1996). La República o El Estado. Madrid: Espasa Calpe.
Piñerúa, F. (2005). Imagen del Indígena Venezolano. Caracas: La Casa Tomada.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio
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