jueves, 30 de junio de 2011

Neurotransmisores y Autismo

La estructura cerebral y el flujo sanguíneo no son las únicas diferencias que existen entre un cerebro típico y uno autista. También son diferentes los neurotransmisores (sustancias químicas que llevan el mensaje electroquímico de una neurona a otra permitiendo que la señal traspase la sinapsis o hueco entre neuronas). Los dos principales neurotransmisores cuyos niveles están alterados son la serotonina (5-hidroxitriptamina o 5-HT) y el GABA (ácido γ-aminobutírico).
La serotonina es una monoamina neurotrasmisora sintetizada en las neuronas serotoninérgicas en el sistema nervioso central y en el tracto gastrointestinal. Desempeña un papel importante a la hora de controlar la ira, la agresividad, el humor, el sueño y el apetito.
Hay muchas enfermedades psiquiátricas que conllevan bajos niveles de serotonina en el flujo sanguíneo periférico como, por ejemplo, la depresión y los trastornos obsesivo-compulsivos. Sin embargo, parte de los afectados de autismo muestran la anomalía contraria: niveles elevados de serotonina.
La GABA es producida por las neuronas gabaérgicas, esta sustancia cumple una función inhibidora en el cerebro adulto. De manera que los bajos niveles de GABA pueden sumir a las personas autistas en un estado hiperreactivo y de sobreestimulación, lo que podría explicar la ansiedad y la hipersensibilidad de los autistas. Es posible que el GABA tenga efectos excitantes sobre los cuerpos mamilares, lo que, a su vez, puede hacer que el individuo se vea superado por un exceso de actividad neuronal.

Bibliografía
Baron-Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza Editorial.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

domingo, 26 de junio de 2011

El Cerebro Autista



Los niños autistas atraviesan por una fase de hipercrecimiento cerebral en los primeros años de vida. Los análisis post mórtem indican que el cerebro de los autistas es más grande y pesado.
No se tiene claro que produce ese crecimiento excesivo y acelerado del cerebro. Los estudios post mórtem parecen indicar que, en ellos, la densidad celular es mayor en ciertas regiones del cerebro, como el hipocampo y la amígdala cerebral. También contienen más dendritas (conexiones entre neuronas). En algunas regiones, como el lóbulo frontal, el crecimiento excesivo es algo generalizado (hiperplasia). Otros investigadores han dado con anomalías contrarias: menos neuronas, por ejemplo, en la amígdala cerebral. Hay que seguir investigando para aclarar estas diferencias.
Se ha comprobado que la amígdala (encargada de las respuestas emocionales y el reconocimiento de las emociones en los demás), el hipocampo (responsable de la memoria), el núcleo caudado y parte del cerebelo (responsables del cambio de atención y la coordinación) son más pequeños en autistas.
Los autistas tienen más materia gris y materia blanca, sobre todo en los lóbulos frontales (especialmente en el prefrontal dorsolateral y el córtex prefrontal medial).

Bibliografía
Baron- Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza Editorial.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

jueves, 23 de junio de 2011

El Método Psicoanalítico


La aplicación adecuada del método psicoanalítico comprende los siguientes parámetros. Al paciente se le pide asociar libremente (es decir, informar con franqueza lo que le llegue a la mente) en un ambiente confiable y confidencial. Esto ocurre con el paciente en posición reclinada, y lejos de la vista del analista, durante sesiones regulares de cincuenta minutos, que se levan a cabo cuatro o cinco veces por semana. Es un hecho empírico que la relación del paciente con el analista rápidamente se convierte en un foco importante del tratamiento (transferencia). Trabajando de esta manera, el analista aspira a descubrir la organización funcional fundamental (inconsciente) que determina las manifestaciones aparentemente causales y fragmentarias de la personalidad, las motivaciones y las emociones complejas del paciente, a medida que surgen en la relación de transferencia con el analista. El analista aplica una atención continua pero postergada hasta que esté en capacidad de formar una hipótesis acerca de lo que pueden ser los factores fundamentales que generan el material de una sesión determinada (o parte de una sesión). Esta hipótesis es probada verbalizando aspectos pertinentes de ésta al paciente en momentos apropiados durante la sesión (interpretación) y luego la hipótesis se modifica de acuerdo con las respuestas del paciente y otros sucesos subsiguientes. De esta manera es posible, durante un periodo largo, reunir gradualmente (en una formulación coherente o construcción) los diferentes factores fundamentales que determinan una cierta presentación clínica.

Bibliografía
Kaplan-Solms, K. y Solms, M. (2005). Estudios Clínicos en Neuropsicoanálisis. Bogota: Fondo de Cultura Económica.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 22 de junio de 2011

Otra Visión II – El Autismo es una Patología Neurológica

Teoría de la coherencia central débil, las personas que sufren trastornos del espectro autista tienen problemas para integrar la información en un único “todo” coherente y general. En cambio se centra en los detalles pequeños y locales de una escena. Mientras la mente neurotípica hace gala de una gran coherencia central buscando el quid de la cuestión, la mente autista tiene una coherencia central débil y es más tendente a fijarse en el detalle que a adoptar una perspectiva general. Los afectados de autismo o síndrome de Asperger pueden tardar más en percibir el contexto general (la imagen completa) porque se concentran en unidades de información menores.
Teoría de la conectividad, en el autismo y el síndrome de Asperger se da una hiperconectividad de corto alcance (hay más células nerviosas o neuronas estableciendo conexiones locales en el cerebro) y una hipoconectividad de largo alcance (hay menos neuronas que establezcan conexiones con zonas más alejadas del cerebro).
Teoría de la hipersensibilidad sensorial, las personas con trastornos del espectro autista son mejores y más rápidos realizando pruebas que impliquen búsquedas visuales, sonoras, táctiles e incluso olfativas (percepción ampliada). Esto puede indicar que muestran diferencias fundamentales a nivel neurofisiológico que aun no se han aclarado. Esta teoría es fundamental a la hora de de diseñar entornos que resulten agradables a los afectados de autismo o síndrome de Asperger, así como para minimizar es estrés que les producen las distracciones sensoriales desagradables.

Bibliografía
Baron-Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza Editorial.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

viernes, 17 de junio de 2011

Ayudas para el Sistema Inmune

Las grasas animales naturales (carnes, yema de huevo y lácteos frescos)
Los aceites prensados en frío (aceite de oliva, pescado)
Frutos secos y semillas.
La cebolla y el ajo.
Los zumos recién exprimidos de frutas y verduras.
El consumo regular de perejil, eneldo, cilantro, cebollín, ajo, etc.
Los probióticos y los alimentos fermentados.
El contacto con los animales.
Nadar en aguas naturales no contaminadas: lagos, ríos y el mar.
La actividad física al aire libre.
La exposición a la luz solar.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

Los Probióticos

Los probióticos son bacterias beneficiosas que pueden tomarse para intentar sustituir o complementar la flora autóctona dañada.
El uso de bacterias probióticas en forma de alimentos fermentados se remonta a la época pre cristiana. Durante miles de años la gente ha fermentado la leche, la fruta, las verduras, las legumbres, el pescado, las carnes y los cereales. La fermentación de los alimentos mejora su sabor y hace que sean más fáciles de digerir y conservar.
En Rusia, Escandinavia y Japón, las bacterias probióticas se han usado como tratamiento para los seres humanos durante décadas.
El mayor uso de los probióticos ha sido en el tratamiento de los trastornos gastrointestinales.
Infecciones virales del tracto digestivo.
Enterocolitis necrotizante neonatal.
Diarrea pediátrica intratable.
Colitis pseudomembranosa.
Diarrea del viajero.
Enterocolitis por Clostritium difficile.
Infecciones por Helicobacter.
Infecciones de E. coli enteropatógenas.
Enfermedades inflamatorias del intestino: enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa crónica y pouchitis.
Síndrome de intestino irritable.
Intolerancia a la lactosa.
Prevención en cáncer de colon.
Además de los problemas digestivos, muchos problemas de salud responden favorablemente a los probióticos.
Alergias, incluyendo alergias a los alimentos.
Autismo
Infecciones virales crónicas.
Infecciones urogenitales.
Hepatitis, cirrosis hepática y enfermedad biliar.
Tuberculosis.
Meningitis.
Artritis.
Diabetes.
Quemaduras de diversos grados.
Los cuidados peri-operatorios y cuidados intensivos.
Infecciones clínicas.
Enfermedades autoinmunes.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 15 de junio de 2011

Autismo Clásico y el Síndrome de Asperger

Rasgos ComunesDificultades en la comunicación Social
Intereses obsesivos y acciones repetitivas
Rasgos DiferencialesEn el síndrome de Asperger el coeficiente intelectual esta, cuando menos, en la media y no hay retraso en la adquisición de habilidades lingüísticas.
En el autismo clásico el coeficiente intelectual puede adoptar cualquier valor de la escala y se aprecia retraso en la adquisición de las habilidades lingüísticas.
Espectro
Síndrome de Asperger
(IQ por encima de 85, sin retraso en la adquisición del habla).
Autismo de alto funcionamiento (IQ por encima de 85 con retraso en la adquisición del habla).
Autismo de funcionamiento medio (IQ entre 71-84, con o sin retraso en la adquisición del habla).
Autismo de bajo funcionamiento (IQ por debajo de 70 con o sin retraso en la adquisición del habla).
Autismo atípico (bien porque se manifestó tarde o porque sólo se da uno de los dos rasgos típico).
Trastorno generalizado del desarrollo no especifico (los síntomas son demasiado leves como para poder dar un diagnóstico claro de autismo o síndrome de Asperger aunque el individuo muestre más rasgos autistas de lo normal).

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

lunes, 13 de junio de 2011

El Intestino y la Absorción de los Alimentos


La absorción de los alimentos dirigidos tiene lugar en el intestino delgado, principalmente en sus dos primeras partes, el duodeno y el yeyuno. Para aumentar la superficie de absorción, las paredes de estas partes del sistema digestivo forman pequeñas protuberancias en forma de dedo, llamadas vellosidades. Estas vellosidades están revestidas por las células llamadas enterocitos. Estas son las células que absorben los alimentos para pasarlos a la corriente sanguínea y de esta manera alimentar nuestro organismo.
No debemos subestimar la importancia de estas células para nuestra salud. Estas células nacen en la base de las vellosidades y, durante el curso de su corta vida, viajan hacia su parte más alta, madurando lentamente en el trayecto. Cuando alcanza la cima de las vellosidades son remplazadas, porque han envejecido. Este proceso de renovación constante de los enterocitos está regulado por las bacterias beneficiosas que viven en ellos. Veamos como absorben los enterocitos los diferentes grupos de nutrientes.
Carbohidratos
Los carbohidratos están formados por moléculas diminutas llamadas monosacáridos. Existen muchas moléculas de este tipo, aunque las más comunes son la glucosa, la fructosa y la galactosa. Estos monosacáridos o monoazúcares pueden penetrar fácilmente en el recubrimiento de los intestinos, no necesitan un proceso de digestión. Los monosacáridos de la fruta y de algunas verduras son para nosotros los carbohidratos más fáciles de digerir y deben constituir la fuente principal de carbohidratos en la dieta de cualquier persona con trastornos digestivos.
El siguiente nivel de carbohidratos son los disacáridos o azucares dobles, compuestos por dos moléculas de monosacáridos. Los más comunes son la sacarosa (la que conocemos normalmente como azúcar), la lactosa (azúcar de la leche) y la maltosa (producto de la digestión del almidón). Estos azucares doble no pueden ser absorbidos sin la ayuda de los enterocitos. Las microvellocidades de la superficie de los enterocitos conocidos como “borde de cepillo”, producen encimas disacaridasas que descomponen los azucares dobles en monosacáridos para poder ser absorbidos. Los enterocitos enfermos pierden su capacidad de producir estas enzimas por lo tanto los azucares dobles no pueden ser absorbidos, sino que se quedan en el intestino convirtiéndose en el principal alimento para las bacterias patógenas, los virus, la Candida y otros hongos. Por ello, los azúcares doble se deben eliminar de la dieta de los pacientes con GAPS. La práctica muestra que cuando no se proporciona al intestino azucares doble y almidona, por un periodo suficientemente largo, éste tendrá una mayor posibilidad de recuperarse. Una vez que se establezca la recuperación, la persona puede volver a consumir azúcares dobles, y verduras con almidón sin sufrir efectos adversos.
Proteínas
Las proteínas llegan a los enterocitos en forma de péptidos como resultado de la digestión en el estomago, por una enzima llamada pepsina, y en el duodeno, por las enzimas pancreáticas para la digestión de proteínas. Los péptidos son cadenas cortas de proteínas compuestas por aminoácidos y normalmente no son absorbidos hasta que no se descomponen en un solo aminoácido. Este proceso lo llevan a cabo los enterocitos en la superficie de las vellosidades. Los enterocitos saludables digieren las enzimas llamadas peptidasas. Cada peptidasa es específica para una determinada cadena peptídica e incluso para un enlace químico determinado. Estas enzimas descomponen los péptidos en aminoácidos simples para que puedan ser absorbidos. En personas con una flora intestinal anormal, estos enterocitos están enfermos y son incapaces de producir las diferentes peptidasas, así como de completar la última etapa de descomposición de proteínas y absorción de aminoácidos.
Las proteínas son elementales para nosotros y las fuentes de proteínas, fáciles de digerir y también muy nutritivas, son los huevos, la carne y el pescado. Para los niños y adultos con GAPS es muy importante consumir proteínas de fácil digestión y la forma en que cocinamos las carnes y pescados influyen en su digestión, siendo hervidas, guisadas o escalfada más fácil de digerir que fritas, asadas o a la parrilla. Los huevos contienen proteínas de excelente calidad, la mayoría de las vitaminas del complejo B, zinc y muchos otros nutrientes útiles.
Grasas
Las grasas requieren bilis para ser absorbidas. En personas con trastornos digestivos, la producción de mucosa es excesiva. Esas grandes cantidades de mucosa interfieren en la digestión de los alimentos sin permitir que la bilis y las enzimas digestivas lleguen a ellas. Como resultado, mucha grasa no se digiere y a menudo se excreta en forma de heces pálidas y grasientas. Esta alteración en la absorción de las grasas causa deficiencias en las vitaminas liposolubles A, D, E y K. la experiencia clínica muestra que cuando el almidón y las azucares dobles se excluyen de la dieta por periodos suficientemente prolongados, la producción de mucosa se normaliza y como resultado mejora la absorción de grasas.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

sábado, 11 de junio de 2011

Antibióticos, Candida y GAPS

Los antibióticos y los esteroides le han dado a las bacterias y a los hongos una oportunidad muy especial de proliferar. Estos microorganismos ubicuos siempre han vivido en nuestro organismo. Sin embargo, en un cuerpo sano están controlados por las bacterias beneficiosas y no pueden causar daños. La destrucción de esa flora autóctona, a causa de los antibióticos y otras influencias modernas, permite que los hongos crezcan fuera de control. Los que particularmente han recibido más atención son los llamados Candida, que pertenecen a la familia de las levaduras. Es una extensa familia de hongos que causa un problema muy común denominado candidiasis. Esto sucede cuando la Candida pasa de ser una sola célula inofensiva a un estado invasor activo cuando se transforma en largas hifas que se enraízan en los tejidos del cuerpo. Este tipo de crecimiento puede ocurrir en el sistema digestivo y en muchos órganos internos produciendo una gran cantidad de sustancias tóxicas. El alcohol y el acetaldehído son algunas de ellas. Prácticamente todas las enfermedades crónicas degenerativas están relacionadas con el crecimiento excesivo de la Candida, desde la artritis y los problemas digestivos al síndrome de fatiga crónica o encefalomielitis miálgica, la esclerosis múltiple (EM), la fibromialgia, los trastornos neurológicos y el cáncer. Las personas con síndrome del intestino y la psicología (GAPS), casi sin excepción, están afectadas seriamente por las distintas especies de Candida y posiblemente también por otros hongos.
Debido a que la Candida y otras levaduras prosperan con los azúcares, la dieta anti-candida tiene como objetivo eliminar todas las fuentes de alimento para esos patógenos: el azúcar y todo lo que la contenga, fructosa, maltosa, lactosa y otros azucares, incluyendo el jarabe de arce y la miel. La fruta se excluye porque constituye una fuente de azúcares simples. Como la proliferación de Candida puede causar alergias a otros hongos y mohos, todos los hongos y alimentos fermentados deberán ser eliminados de la dieta: las levaduras y los alimentos horneados con levaduras, los productos con leche ácida, todos los quesos, todas las bebidas fermentadas, el vinagre, la malta, los champiñones, el té, el café, la fruta deshidratada y los zumos de fruta. Sin embargo los cereales no se excluyen de la dieta: el maíz, el mijo, la cebada, el centeno, el trigo, la avena, el arroz etc., así como alimentos elaborados con cereales, siempre y cuando no contenga levaduras. Las verduras con almidón tampoco se excluyen: la papa, el ñame, la batata y la pataca o tupinambo. Y aquí es donde está el problema. La Candida nunca se encuentra sola en el sistema digestivo. Habita con más de 500 microbios diferentes que pueden causar enfermedades. De hecho, cuando se analiza la flora intestinal de los pacientes con GAPS, se detecta Candida al igual que muchos otros patógenos. El más común es la familia de los Clostridia. Estos agentes patógenos y sus toxinas dañan el recubrimiento del intestino, encargado de la producción de los enterocitos (células del intestino importantes para la digestión y absorción de alimentos), dejándolo incapaz de cumplir con sus funciones de descomponer los carbohidratos en moléculas suficientemente pequeñas para poder ser absorbidas. Este daño hace que los carbohidratos complejos, que son los que se encuentran en los cereales integrales y en las verduras ricas en almidón, no puedan ser digeridos, convirtiéndose así en alimentos para la flora patógena. En lugar de una digestión adecuada, se causa putrefacción y fermentación en el intestino, una fuente de toxinas que causa aún más daño en el recubrimiento intestinal y debilita así el sistema inmunológico.
La dieta anti-candida, en combinación con la dieta libre de gluten y caseína (LGLC) y la dieta libre de fenoles, son las más recomendadas para los niños autistas. En la práctica todo se reduce a muchos productos con arroz o productos que lo contengan en gran medida, papas, papas fritas, pan sin trigo, galletas y otros productos horneados. Desafortunadamente, estos carbohidratos permitirán que el intestino dañado e inflamado permanezca así y se perpetúe la toxicidad en el cuerpo.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

viernes, 10 de junio de 2011

Otra Visión – El Autismo es una Patología Neurológica

Para un grupo de investigadores el Autismo es un trastorno de espectro que va desde el TDG-NE (trastorno del desarrollo generalizado no específico) ↔ Autismo atípico ↔ Asperger ↔ Autismo Clásico y para ello recurren a diferentes teorías explicativas a saber: Teoría de la Disfunción Ejecutiva que se sustenta en que pacientes que han sufrido daños en el córtex prefrontal presentan disfunciones ejecutivas, es decir tienen dificultad para las acciones motoras, atención e incluso pensamientos. La idea es que, si bien el autismo no presupone daños evidentes en los lóbulos frontales, puede que, desde el punto de vista del desarrollo del córtex prefrontal no haya madurado de forma normal, esta teoría seria afín a la Teoría del Monotropismo, sabemos que el cerebro típico puede realizar diversas funciones al mismo tiempo y atender simultáneamente a dos focos de atención. La persona que padece autismo o síndrome de Asperger tiene más dificultades para realizar varias funciones a la vez porque centra su atención en un único foco.
Existen otras teorías de orden neurológico que iremos exponiendo paralelamente a la visión de origen metabólico.

Bibliografía
Baron-Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

jueves, 9 de junio de 2011

Los Fenoles y los Salicilatos

Los fenoles son sustancias aromáticas con un peso molecular muy bajo. Éstos dan a nuestros alimentos su color y su sabor, y los conservan en su estado natural protegiéndolos de los agentes patógenos. Asimismo, toman parte activa en la germinación y en el crecimiento de las semillas y las flores atrayendo a los polinizadores. También actúan como poderosos antioxidantes y desintoxicantes al introducirse en nuestro cuerpo. Los fenoles se encuentran en muchos nutrientes y sustancias activas esenciales que debemos obtener todos los días. Veamos algunos de ellos:
Vitamina C. Nadie puede vivir sin ella.
Vitamina K. Es esencial para la coagulación de la sangre y muchas otras funciones corporales.
Vitamina E. Es esencial para el desarrollo del cerebro y cientos de otras funciones del cuerpo.
Vitamina B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina), B6 (piridoxina), acido fólico y fenoles. Todas estas vitaminas son esenciales en nuestro organismo diariamente, si es que queremos mantenernos con vida.
Aminoácidos, la colina, la fenilalanina, el triptófano y otros. Sin ellos no seriamos capaces de general los neurotransmisores para nuestro cerebro y para el resto del sistema nervioso.
Algunos neurotransmisores mismos: la dopamina, la noradrenalina o la histamina, son también fenoles.
El ácido gálico. La suspensión de este fenol es la base de la dieta Feingold o la dieta de salicilatos bajos. El ácido gálico se encuentra en aproximadamente el 70% de todos los alimentos.
Esta lista se puede extender. Todas las proteínas naturales, las grasas y los hidratos de carbono contienen compuestos fenólicos. Si eliminamos de nuestra dieta todos estos elementos simplemente moriríamos de hambre.
Sin embargo, no cabe duda de que los niños autistas, así como los pacientes hiperactivos, disléxicos, asmáticos, diabéticos, esquizofrénicos y con otras enfermedades típicas del GAPS, reaccionan a los fenoles y a otras muchas sustancias de los alimentos. Estas reacciones son muy diferentes de la clásica alergia y no se pueden describir como tales, porque no se observan en el sistema inmunológico los cambios típicos de esta afección. Aún no se ha encontrado una explicación científica para estas reacciones. Al respecto la neurólogo y nutricionista Campbell-McBride (2010) considera que al ser estas sustancias desintoxicantes antes de hacernos sentir mejor, nos van a hacer sentir peor. Esto sucede porque todos tenemos toxinas almacenadas en los tejidos de nuestro cuerpo. Cuando una sustancias desintoxicante se introduce en el cuerpo, lava las toxinas eliminándolas del lugar donde se almacenan y las pasa al torrente sanguíneo para dirigirlas a los órganos de eliminación y posteriormente excretarlas a través de la orina, el sudor o la bilis. Dependiendo de la naturaleza de la toxina y de la susceptibilidad individual, estos síntomas producto de la desintoxicación pueden ser diferentes. Pueden variar desde dolores de cabeza, alteraciones del comportamiento, erupciones en la piel y hasta estornudos. Así pues, lo que está sucediendo es que los fenoles de los alimentos están tratando de “hacer limpieza”.
Los niños y los adultos con GAPS están gravemente intoxicados y no cabe duda de que la desintoxicación debe ser parte integrar del tratamiento. Los fenoles naturales que se encuentran en los alimentos son la forma que tiene la naturaleza para eliminar diariamente las toxinas del cuerpo. Así que lo último que debemos hacer es eliminar esos alimentos de nuestra dieta.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 8 de junio de 2011

El Gluten y los Péptidos en la Salud Mental

El gluten y los péptidos de la caseína llamados gluteomorfinas y casomorfinas se detectaban en la orina de los niños autistas, los pacientes con esquizofrenia, psicosis, depresión, TDAH y otras afecciones autoinmunes. Estos péptidos tienen una estructura química parecida a las drogas opiáceas y se cree que afectan al cerebro de manera similar.
El gluten es una proteína que se encuentra en los cereales, principalmente el trigo, el centeno, la cebada y la avena. La caseína es una proteína que se encuentra en la leche y en los productos lácteos. Los niños autistas, debido a las anomalías de su flora intestinal, anhelan sus hidratos de carbono procesados, los alimentos que nutren a las bacterias patógenas de su intestino. Así que, al prescribir a estos niños una dieta libre de gluten y caseína (LGLC), se remplazan los carbohidratos procesados con gluten por los carbohidratos procesados sin gluten, elaborados con arroz, azúcar, fécula de papa, harina de yuca, soja, harina de alforfón, etc. Este tipo de alimentos nutrirán la flora anormal del niño de forma similar a como lo hacía la dieta anterior, perpetuando un circulo vicioso en un intestino dañado que deja escapar las toxinas a la sangre y al cerebro debido a su permeabilidad.
No cabe duda de que es mejor eliminar el gluten y la caseína de la dieta del niño, pero de ninguna manera esas dos sustancias son las únicas claves decisivas en la dieta de niños autistas, esquizofrénicos o con otras afecciones del síndrome del intestino y la psicología (GAPS), este síndrome incluye enfermedades como el autismo, déficit de atención e hiperactividad, déficit de atención, asma, eccesma, alergias, dispraxia o dislexia. La cuestión fundamental en la cual nos debemos centrar es la mala salud del intestino dominado por microbios anormales.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

lunes, 6 de junio de 2011

Sistema Digestivo, Sistema Inmune y Salud Mental



La superficie del epitelio intestinal del sistema digestivo está habitada por un gran número de bacterias que puede definirse como la cuna del sistema inmune, tanto sistémico como de la mucosa. Los bebes nacen con un sistema inmune inmaduro. La población del tracto digestivo con una flora intestinal sana desempeña un papel crucial en la maduración apropiada del sistema inmune. Si el establecimiento de la flora intestinal no se produce en torno a los primeros 20 días de vida, el sistema inmune del bebé queda comprometido. Las bacterias beneficiosas que se instalan en el epitelio de la pared intestinal desempeñan su función inmunomoduladora de diversas maneras.
Las bacterias esenciales o beneficiosas en nuestro sistema digestivo toman a su servicio a un miembro importante del sistema inmune, el tejido linfoide de la pared intestinal, que participa de la producción de grandes cantidades de linfocitos e inmunoglobulina. Por ejemplo, en la pared celular de la bifidobacteria (bacteria que habita en el colon humano) hay una sustancia llamada muramil dipéptido que activa la síntesis de uno de los grupos más importantes de células del sistema inmune, los linfocitos. Los linfocitos en la pared del intestino producen inmunoglobulinas, y la más importante del intestino es la inmunoglobulina A (IgA).
La IgA es producida por los linfocitos en todas las membranas mucosas del organismo y excretada a través de los fluidos corporales. Su trabajo es proteger las membranas mucosas destruyendo e inactivando bacterias, virus, hongos y parásitos invasores. Adicionalmente las bacterias beneficiosas, además de estimular la producción de IgA, reducen su degradación a través de un proceso muy complicado y permiten que éste tenga más tiempo para realizar su trabajo. Es muy común que en niños y adultos con autismo, déficit de atención e hiperactividad (TDAH), déficit de atención (TDA), asma, eccema, alergias, dispraxia o dislexia la IgA sea deficiente, debido a las anormalidad en su flora intestinal, lo cual implica que la pared intestinal tenga una baja capacidad para defenderse a sí misma de hongos, virus de vacunas o del medio ambiente, bacterias y parásitos.

Los linfocitos no son las únicas células inmunes que deben estar presentes en las paredes intestinales. Cuando hay una deficiencia de bacterias beneficiosas del intestino, otros grupos de células inmunes, llamadas neutrófilos y macrófagos, tampoco pueden realizar su trabajo correctamente. Estas son las células que se reúnen en los tejidos infectados e inflamados para limpiarlos, tragando y destruyendo virus, toxinas, bacterias y desechos celulares.

La flora intestinal sana, además de asegurar la función adecuada de linfocitos, IgA y fagocitos, desempeña un papel importante en la producción de interferones, citoquinas y muchos otros reguladores activos de la respuesta inmune, particularmente en la lucha contra las infecciones virales. En personas con autismo, déficit de atención e hiperactividad (TDAH), déficit de atención (TDA), asma, eccema, alergias, dispraxia o dislexia, los virus de vacuna o del medio ambiente tienen una buena oportunidad de sobrevivir y persistir debido a las anormalidades en su flora intestinal. Un buen ejemplo es el virus del sarampión que se ha encontrado en las paredes intestinales y el líquido cefalorraquídeo de los niños autistas.
La influencia de la flora intestinal en el sistema inmune va mucho más allá del intestino mismo. La evidencia científica muestra que cuando la flora intestinal está dañada, no sólo los niveles de IgA, linfocitos, macrófagos, interferones, citoquinas, etc., del sistema digestivo disminuyen, sino que también el sistema inmune se desequilibra. Este proceso hace que la persona quede inmunocomprometida (Campbell-McBride, 2010).

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge:Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio