Los fenoles son sustancias aromáticas con un peso molecular muy bajo. Éstos dan a nuestros alimentos su color y su sabor, y los conservan en su estado natural protegiéndolos de los agentes patógenos. Asimismo, toman parte activa en la germinación y en el crecimiento de las semillas y las flores atrayendo a los polinizadores. También actúan como poderosos antioxidantes y desintoxicantes al introducirse en nuestro cuerpo. Los fenoles se encuentran en muchos nutrientes y sustancias activas esenciales que debemos obtener todos los días. Veamos algunos de ellos:
Vitamina C. Nadie puede vivir sin ella.
Vitamina K. Es esencial para la coagulación de la sangre y muchas otras funciones corporales.
Vitamina E. Es esencial para el desarrollo del cerebro y cientos de otras funciones del cuerpo.
Vitamina B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina), B6 (piridoxina), acido fólico y fenoles. Todas estas vitaminas son esenciales en nuestro organismo diariamente, si es que queremos mantenernos con vida.
Aminoácidos, la colina, la fenilalanina, el triptófano y otros. Sin ellos no seriamos capaces de general los neurotransmisores para nuestro cerebro y para el resto del sistema nervioso.
Algunos neurotransmisores mismos: la dopamina, la noradrenalina o la histamina, son también fenoles.
El ácido gálico. La suspensión de este fenol es la base de la dieta Feingold o la dieta de salicilatos bajos. El ácido gálico se encuentra en aproximadamente el 70% de todos los alimentos.
Esta lista se puede extender. Todas las proteínas naturales, las grasas y los hidratos de carbono contienen compuestos fenólicos. Si eliminamos de nuestra dieta todos estos elementos simplemente moriríamos de hambre.
Sin embargo, no cabe duda de que los niños autistas, así como los pacientes hiperactivos, disléxicos, asmáticos, diabéticos, esquizofrénicos y con otras enfermedades típicas del GAPS, reaccionan a los fenoles y a otras muchas sustancias de los alimentos. Estas reacciones son muy diferentes de la clásica alergia y no se pueden describir como tales, porque no se observan en el sistema inmunológico los cambios típicos de esta afección. Aún no se ha encontrado una explicación científica para estas reacciones. Al respecto la neurólogo y nutricionista Campbell-McBride (2010) considera que al ser estas sustancias desintoxicantes antes de hacernos sentir mejor, nos van a hacer sentir peor. Esto sucede porque todos tenemos toxinas almacenadas en los tejidos de nuestro cuerpo. Cuando una sustancias desintoxicante se introduce en el cuerpo, lava las toxinas eliminándolas del lugar donde se almacenan y las pasa al torrente sanguíneo para dirigirlas a los órganos de eliminación y posteriormente excretarlas a través de la orina, el sudor o la bilis. Dependiendo de la naturaleza de la toxina y de la susceptibilidad individual, estos síntomas producto de la desintoxicación pueden ser diferentes. Pueden variar desde dolores de cabeza, alteraciones del comportamiento, erupciones en la piel y hasta estornudos. Así pues, lo que está sucediendo es que los fenoles de los alimentos están tratando de “hacer limpieza”.
Los niños y los adultos con GAPS están gravemente intoxicados y no cabe duda de que la desintoxicación debe ser parte integrar del tratamiento. Los fenoles naturales que se encuentran en los alimentos son la forma que tiene la naturaleza para eliminar diariamente las toxinas del cuerpo. Así que lo último que debemos hacer es eliminar esos alimentos de nuestra dieta.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio
Por experiencia, dado que los desalojos son los mismos, practico las pruebas y posiblemente el tratamiento al mismo tiempo: la mezcla de vitaminas C con Solanaceae, salicilatos y la mezcla de fenólicos; con la mezcla de hierro y carne roja, vitaminas K y menadiona; con vitaminas B, vitaminas E y F, etc. Esto implícitamente permite tratar los efectos de combinaciones en lugar de tratamientos de dispersión ...
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