Los probióticos son bacterias beneficiosas que pueden tomarse para intentar sustituir o complementar la flora autóctona dañada.
El uso de bacterias probióticas en forma de alimentos fermentados se remonta a la época pre cristiana. Durante miles de años la gente ha fermentado la leche, la fruta, las verduras, las legumbres, el pescado, las carnes y los cereales. La fermentación de los alimentos mejora su sabor y hace que sean más fáciles de digerir y conservar.
En Rusia, Escandinavia y Japón, las bacterias probióticas se han usado como tratamiento para los seres humanos durante décadas.
El mayor uso de los probióticos ha sido en el tratamiento de los trastornos gastrointestinales.
Infecciones virales del tracto digestivo.
Enterocolitis necrotizante neonatal.
Diarrea pediátrica intratable.
Colitis pseudomembranosa.
Diarrea del viajero.
Enterocolitis por Clostritium difficile.
Infecciones por Helicobacter.
Infecciones de E. coli enteropatógenas.
Enfermedades inflamatorias del intestino: enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa crónica y pouchitis.
Síndrome de intestino irritable.
Intolerancia a la lactosa.
Prevención en cáncer de colon.
Además de los problemas digestivos, muchos problemas de salud responden favorablemente a los probióticos.
Alergias, incluyendo alergias a los alimentos.
Autismo
Infecciones virales crónicas.
Infecciones urogenitales.
Hepatitis, cirrosis hepática y enfermedad biliar.
Tuberculosis.
Meningitis.
Artritis.
Diabetes.
Quemaduras de diversos grados.
Los cuidados peri-operatorios y cuidados intensivos.
Infecciones clínicas.
Enfermedades autoinmunes.
Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.
Dr. Félix Piñerúa Monasterio
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