viernes, 29 de junio de 2012

Arquetipo del Inválido

Actualmente vivimos en un mundo que elogia la perfección, la belleza y la salud. Herederos de la cultura griega donde no existen dioses defectuosos, salvo la presencia de Hefestos quien es cojo, pero el inválido como tal no es aceptado en su cultura. Sin embargo en la cultura germánica podemos mencionar a Thor quien lleva una piedra de molino clavada en la frente, doloroso recuerdo de una temprana batalla y Baldur invencible ante todo excepto ante el muérdago, entre otros, aquí esta cultura remite a su disposición en aceptar sus defectos, al inválido.
Desde la perspectiva de la salud, las deficiencias e incapacidades son sólo problemas temporales que han de ser superados, desde la perspectiva del  inválido son simplemente parte de la vida.
Dado el arquetipo del inválido, también debe haber un complejo del inválido, pues los arquetipos atraen hacia sí partes de la psique y de la experiencia psíquica.
El inválido no debe ser confundido con el arquetipo del niño. El niño, como el inválido, es débil e inferior, carente de las cualidades del adulto. Sin embargo, el niño crece, cambia, deviene adulto, «mata al padre». Tiene un futuro. Conduce a la muerte, a la salud o, incluso, a la invalidez. Es algo temporal, una amenaza pasajera, un percance.  La enfermedad puede perfectamente perjudicar el funcionamiento psíquico o físico, pero es aguda, dinámica, temporal. En cambio la invalidez no lleva a ninguna parte, ni a la muerte ni a la salud. Es una deficiencia crónica, permanente.
El arquetipo del inválido puede ser muy provechoso para la persona que lo ha de vivir. Permite contrarrestar la arrogancia y cultivar la modestia. Como las debilidades y flaquezas ya tienen su cuota, se hace posible desarrollar cierta espiritualidad. La invalides es un continuo, un enfrentamiento permanente con las limitaciones físicas y psíquicas. No deja escapatoria hacia las fantasías de salud o lejos de la conciencia de la muerte. Promueve la paciencia y frena la actividad obsesiva. En cierto modo, es un arquetipo muy humano.
Dado que el arquetipo del inválido subraya la dependencia humana y nos obliga a aceptar nuestra mutua necesidad respecto a los demás, es un factor importante en las relaciones. Conocer nuestras propias deficiencias y debilidades, nuestra propia invalidez, nos ayuda a darnos cuenta de nuestra eterna dependencia de alguien o algo. En el fondo de nosotros mismos todos somos conscientes de nuestros defectos y flaquezas, de nuestra invalidez. Pero reprimimos esta conciencia con todos los medios a nuestro alcance.
Ignorar o denigrar a un arquetipo es invitar su cólera y su venganza, y el arquetipo del inválido no es una excepción. Parece que cuanto más nos esforzamos en curar pacientes crónicos o psicosomáticos, más desesperadamente se resisten. Se vuelven más tiránicos y exigentes y nos piden más tiempo y atenciones. Lejos de conducirlos a la salud, nuestros esfuerzos parecen agravar su estado. Nuestra incapacidad de aceptar el inválido en cada uno de nosotros, nuestra fantasía de que los seres humanos deberían ser tan sanos como aquellos idealizados dioses griegos, es lo que nos impide afrontar al arquetipo del inválido.

Referencia
Guggenbühl-Craig, A. (2007). El Inválido en Espejos del Yo. Barcelona: Kairós.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio