jueves, 30 de junio de 2011

Neurotransmisores y Autismo

La estructura cerebral y el flujo sanguíneo no son las únicas diferencias que existen entre un cerebro típico y uno autista. También son diferentes los neurotransmisores (sustancias químicas que llevan el mensaje electroquímico de una neurona a otra permitiendo que la señal traspase la sinapsis o hueco entre neuronas). Los dos principales neurotransmisores cuyos niveles están alterados son la serotonina (5-hidroxitriptamina o 5-HT) y el GABA (ácido γ-aminobutírico).
La serotonina es una monoamina neurotrasmisora sintetizada en las neuronas serotoninérgicas en el sistema nervioso central y en el tracto gastrointestinal. Desempeña un papel importante a la hora de controlar la ira, la agresividad, el humor, el sueño y el apetito.
Hay muchas enfermedades psiquiátricas que conllevan bajos niveles de serotonina en el flujo sanguíneo periférico como, por ejemplo, la depresión y los trastornos obsesivo-compulsivos. Sin embargo, parte de los afectados de autismo muestran la anomalía contraria: niveles elevados de serotonina.
La GABA es producida por las neuronas gabaérgicas, esta sustancia cumple una función inhibidora en el cerebro adulto. De manera que los bajos niveles de GABA pueden sumir a las personas autistas en un estado hiperreactivo y de sobreestimulación, lo que podría explicar la ansiedad y la hipersensibilidad de los autistas. Es posible que el GABA tenga efectos excitantes sobre los cuerpos mamilares, lo que, a su vez, puede hacer que el individuo se vea superado por un exceso de actividad neuronal.

Bibliografía
Baron-Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza Editorial.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

domingo, 26 de junio de 2011

El Cerebro Autista



Los niños autistas atraviesan por una fase de hipercrecimiento cerebral en los primeros años de vida. Los análisis post mórtem indican que el cerebro de los autistas es más grande y pesado.
No se tiene claro que produce ese crecimiento excesivo y acelerado del cerebro. Los estudios post mórtem parecen indicar que, en ellos, la densidad celular es mayor en ciertas regiones del cerebro, como el hipocampo y la amígdala cerebral. También contienen más dendritas (conexiones entre neuronas). En algunas regiones, como el lóbulo frontal, el crecimiento excesivo es algo generalizado (hiperplasia). Otros investigadores han dado con anomalías contrarias: menos neuronas, por ejemplo, en la amígdala cerebral. Hay que seguir investigando para aclarar estas diferencias.
Se ha comprobado que la amígdala (encargada de las respuestas emocionales y el reconocimiento de las emociones en los demás), el hipocampo (responsable de la memoria), el núcleo caudado y parte del cerebelo (responsables del cambio de atención y la coordinación) son más pequeños en autistas.
Los autistas tienen más materia gris y materia blanca, sobre todo en los lóbulos frontales (especialmente en el prefrontal dorsolateral y el córtex prefrontal medial).

Bibliografía
Baron- Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza Editorial.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

jueves, 23 de junio de 2011

El Método Psicoanalítico


La aplicación adecuada del método psicoanalítico comprende los siguientes parámetros. Al paciente se le pide asociar libremente (es decir, informar con franqueza lo que le llegue a la mente) en un ambiente confiable y confidencial. Esto ocurre con el paciente en posición reclinada, y lejos de la vista del analista, durante sesiones regulares de cincuenta minutos, que se levan a cabo cuatro o cinco veces por semana. Es un hecho empírico que la relación del paciente con el analista rápidamente se convierte en un foco importante del tratamiento (transferencia). Trabajando de esta manera, el analista aspira a descubrir la organización funcional fundamental (inconsciente) que determina las manifestaciones aparentemente causales y fragmentarias de la personalidad, las motivaciones y las emociones complejas del paciente, a medida que surgen en la relación de transferencia con el analista. El analista aplica una atención continua pero postergada hasta que esté en capacidad de formar una hipótesis acerca de lo que pueden ser los factores fundamentales que generan el material de una sesión determinada (o parte de una sesión). Esta hipótesis es probada verbalizando aspectos pertinentes de ésta al paciente en momentos apropiados durante la sesión (interpretación) y luego la hipótesis se modifica de acuerdo con las respuestas del paciente y otros sucesos subsiguientes. De esta manera es posible, durante un periodo largo, reunir gradualmente (en una formulación coherente o construcción) los diferentes factores fundamentales que determinan una cierta presentación clínica.

Bibliografía
Kaplan-Solms, K. y Solms, M. (2005). Estudios Clínicos en Neuropsicoanálisis. Bogota: Fondo de Cultura Económica.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 22 de junio de 2011

Otra Visión II – El Autismo es una Patología Neurológica

Teoría de la coherencia central débil, las personas que sufren trastornos del espectro autista tienen problemas para integrar la información en un único “todo” coherente y general. En cambio se centra en los detalles pequeños y locales de una escena. Mientras la mente neurotípica hace gala de una gran coherencia central buscando el quid de la cuestión, la mente autista tiene una coherencia central débil y es más tendente a fijarse en el detalle que a adoptar una perspectiva general. Los afectados de autismo o síndrome de Asperger pueden tardar más en percibir el contexto general (la imagen completa) porque se concentran en unidades de información menores.
Teoría de la conectividad, en el autismo y el síndrome de Asperger se da una hiperconectividad de corto alcance (hay más células nerviosas o neuronas estableciendo conexiones locales en el cerebro) y una hipoconectividad de largo alcance (hay menos neuronas que establezcan conexiones con zonas más alejadas del cerebro).
Teoría de la hipersensibilidad sensorial, las personas con trastornos del espectro autista son mejores y más rápidos realizando pruebas que impliquen búsquedas visuales, sonoras, táctiles e incluso olfativas (percepción ampliada). Esto puede indicar que muestran diferencias fundamentales a nivel neurofisiológico que aun no se han aclarado. Esta teoría es fundamental a la hora de de diseñar entornos que resulten agradables a los afectados de autismo o síndrome de Asperger, así como para minimizar es estrés que les producen las distracciones sensoriales desagradables.

Bibliografía
Baron-Cohen, S. (2010). Autismo y Síndrome de Asperger. Madrid: Alianza Editorial.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

viernes, 17 de junio de 2011

Ayudas para el Sistema Inmune

Las grasas animales naturales (carnes, yema de huevo y lácteos frescos)
Los aceites prensados en frío (aceite de oliva, pescado)
Frutos secos y semillas.
La cebolla y el ajo.
Los zumos recién exprimidos de frutas y verduras.
El consumo regular de perejil, eneldo, cilantro, cebollín, ajo, etc.
Los probióticos y los alimentos fermentados.
El contacto con los animales.
Nadar en aguas naturales no contaminadas: lagos, ríos y el mar.
La actividad física al aire libre.
La exposición a la luz solar.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

Los Probióticos

Los probióticos son bacterias beneficiosas que pueden tomarse para intentar sustituir o complementar la flora autóctona dañada.
El uso de bacterias probióticas en forma de alimentos fermentados se remonta a la época pre cristiana. Durante miles de años la gente ha fermentado la leche, la fruta, las verduras, las legumbres, el pescado, las carnes y los cereales. La fermentación de los alimentos mejora su sabor y hace que sean más fáciles de digerir y conservar.
En Rusia, Escandinavia y Japón, las bacterias probióticas se han usado como tratamiento para los seres humanos durante décadas.
El mayor uso de los probióticos ha sido en el tratamiento de los trastornos gastrointestinales.
Infecciones virales del tracto digestivo.
Enterocolitis necrotizante neonatal.
Diarrea pediátrica intratable.
Colitis pseudomembranosa.
Diarrea del viajero.
Enterocolitis por Clostritium difficile.
Infecciones por Helicobacter.
Infecciones de E. coli enteropatógenas.
Enfermedades inflamatorias del intestino: enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa crónica y pouchitis.
Síndrome de intestino irritable.
Intolerancia a la lactosa.
Prevención en cáncer de colon.
Además de los problemas digestivos, muchos problemas de salud responden favorablemente a los probióticos.
Alergias, incluyendo alergias a los alimentos.
Autismo
Infecciones virales crónicas.
Infecciones urogenitales.
Hepatitis, cirrosis hepática y enfermedad biliar.
Tuberculosis.
Meningitis.
Artritis.
Diabetes.
Quemaduras de diversos grados.
Los cuidados peri-operatorios y cuidados intensivos.
Infecciones clínicas.
Enfermedades autoinmunes.

Bibliografía
Campbell-McBride, N. (2010). El Síndrome del Intestino y la Psicología GAPS. Cambridge: Medinform.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 15 de junio de 2011

Autismo Clásico y el Síndrome de Asperger

Rasgos ComunesDificultades en la comunicación Social
Intereses obsesivos y acciones repetitivas
Rasgos DiferencialesEn el síndrome de Asperger el coeficiente intelectual esta, cuando menos, en la media y no hay retraso en la adquisición de habilidades lingüísticas.
En el autismo clásico el coeficiente intelectual puede adoptar cualquier valor de la escala y se aprecia retraso en la adquisición de las habilidades lingüísticas.
Espectro
Síndrome de Asperger
(IQ por encima de 85, sin retraso en la adquisición del habla).
Autismo de alto funcionamiento (IQ por encima de 85 con retraso en la adquisición del habla).
Autismo de funcionamiento medio (IQ entre 71-84, con o sin retraso en la adquisición del habla).
Autismo de bajo funcionamiento (IQ por debajo de 70 con o sin retraso en la adquisición del habla).
Autismo atípico (bien porque se manifestó tarde o porque sólo se da uno de los dos rasgos típico).
Trastorno generalizado del desarrollo no especifico (los síntomas son demasiado leves como para poder dar un diagnóstico claro de autismo o síndrome de Asperger aunque el individuo muestre más rasgos autistas de lo normal).

Dr. Félix Piñerúa Monasterio