jueves, 15 de diciembre de 2011

Los Años Venideros – La Senectud


El superar los 50 años implica una serie de cambios físicos, psicológicos y socioculturales relacionados con cambios en todos los órganos, incluyendo el cerebro. Con el paso del tiempo, empieza una serie de modificaciones cognitivas que involucran la memoria, el lenguaje, la percepción y la atención. De igual forma se dan cambios emocionales. Al respecto existe la definición de “envejecimiento exitoso”, referida a personas de edad avanzada que presentan una ejecución apropiada en pruebas cognoscitivas, pero más importante llevan una vida relativamente normal. Por el contrario, quienes presentan una caída acelerada en sus habilidades cognoscitivas llegarán a presentar una demencia de tipo Alzheimer (DTA). De hecho, las diferencias entre el envejecimiento normal y la DTA son más cuantitativas que cualitativas. En esta última, los cambios cognoscitivos ligados al envejecimiento aumentan en términos patológicos.
En relación a la percepción, la agudeza visual y auditiva disminuyen, hipermetropía, cataratas e hipoacusia se hacen presentes. Se han señalado también dificultades en la exploración visual. Hay problemas para integrar la información visual, y se necesita más tiempo para reconocer e integrar estímulos, por lo que la velocidad perceptual se ve disminuida y hay lentificación de las respuestas. El olfato y el gusto no parecen cambiar mucho a través del tiempo, mientras que el tacto después de los 70 presenta una disminución en el reconocimiento táctil formal y en la discriminación de intensidades dolorosas.
Los años venideros se relacionan con una disminución en la capacidad de memoria y aprendizaje. Este deterioro es lento en el envejecimiento normal, pero acelerado en caso de demencia. Uno de los aspectos más sobresaliente es la dificultad para recordar hechos recientes, a pesar de describir con relativa facilidad eventos antiguos.
Con respecto al lenguaje es claro que las funciones lingüísticas se ven poco afectadas. Es común que la memoria semántica se conserve mientras la memoria episódica sufra un mayor deterioro.
Aunque el término “inteligencia” es discutible, podemos decir que la inteligencia cristalizada (es decir, la información general y el vocabulario) que permite expresar conocimientos previamente adquiridos se mantiene, mientras que la inteligencia fluida que nos permite utilizar la información actual para solucionar nuevos problemas se ve disminuida, así el joven aventaja al anciano en aquellas tareas y problemas requieren el uso versátil de la información actual, mientras que el anciano podrá recurrir a la experiencia y conocimientos previos para resolver problemas.
La flexibilidad cognoscitiva y la capacidad de formar conceptos no se deteriora sino a partir de los 70 años, en promedio. Esta capacidad suele asociarse con la función de los lóbulos frontales. Es interesante hacer notar que los ancianos con mayor nivel educativo presentan un mejor rendimiento que sus congéneres con niveles educativos más bajos.
En lo emocional la tendencia a la depresión constituye la alteración afectiva más frecuente. Los estados emocionales pueden afectar el funcionamiento cognoscitivo. Debemos decir que los cambios emocionales negativos están más vinculados a factores socioculturales. Así, por ejemplo, en culturas donde el envejecimiento se relaciona con aspectos positivos, como la adquisición de más experiencia (los sabios de la comunidad), los ancianos son más activos y tiene menos cambios emocionales.
Con la edad se registran cambios en el tamaño del cerebro. Al parecer, el volumen cerebral alcanza su pico máximo hacia los 20 años, para luego iniciar una caída lenta pero gradual. Algunas estructuras cerebrales resultan más afectadas que otras; por ejemplo, hacia los 40 años se ensanchan los surcos y hay dilatación ventricular.
Los déficit en la memoria se relacionan con pérdida de la plasticidad del sistema nervioso, atrofia cortical, arterioesclerosis, etc. En apariencia, las áreas cerebrales más susceptibles al envejecimiento son el hipocampo y los lóbulos frontales; por otro lado, otras áreas de la corteza, como los lóbulos occipitales, permanecen sin cambios. En general, el envejecimiento produce, además de muerte celular, cambios dentro de la célula, y también aparecen placas seniles y husos neurofibrilares. En el proceso de envejecimiento cerebral se reducen también las concentraciones de neurotransmisores tales como la acetilcolina, noradrenalina, serotonina y dopamina.

Referencia
Ardila, A y Rosselli, M. (2011). Neuropsicología Clínica. México: Manual Moderno.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

viernes, 9 de diciembre de 2011

El Hombre como Sujeto Operatorio

El concepto de sujeto operatorio sugiere «sujeción» a la realidad que media y «operación» entre y sobre unas y otras realidades (físico-corpóreas, ideas, conceptos, teorías). Porque es el cuerpo como un todo el que se mueve en el mundo (va de aquí para allá, hace esto y lo otro), es decir, el que opera en la realidad, etc., no el cerebro en el cráneo ni la mente pensando y procesando información. Si el sujeto humano se dedicara a pensar o procesar información no llegaría a homo faber.
En una escala evolutiva, sin la conducta de los organismos no se puede entender nada, incluyendo los mismos genes. Aun cuando los genes suponen el programa de vida de los organismos, la conducta es lo que mueve el mundo y así modifica y crea ambientes que pueden seleccionar los genes. Al final, los genes dependen de la conducta de los organismos que los ponen y pongan en juego y por lo demás el juego de la vida es tan contingente como necesario. Unos genes pueden ser seleccionados y otros no según el modo de vida y costumbres de los organismos.
El sujeto operatorio, sin dejar nunca de ser sujeto psicológico, con sus sentimientos, cogniciones, voliciones, es también dadas las circunstancias sujeto lógico, gnoseológico o trascendental, capaz de tratar de formas abstractas con y entre medias ideas generales, conceptos, entidades corpóreas, la materia física, etc. El sujeto operatorio se ofrece como alternativa al cerebro y a la mente. En este sentido el sujeto operatorio es un sujeto trascendental.

Referencia
Pérez, M. (2011). El Mito del Cerebro Creador. Cuerpo, Conducta y Cultura. Madrid: Alianza.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

martes, 29 de noviembre de 2011

Coconstructivismo Biocultural

El coconstructivismo biocultural puede verse como un caso de una ontología trigenérica cuyos géneros señalados son el cerebro, la conducta y la cultura. Por lo pronto, estas tres entidades responden respectivamente a M1 (cerebro), M2 (conducta) y M3 (cultura). Más importante que esta correspondencia, es la codeterminación mutua (más que meramente interacción) según se entienden las relaciones entre las tres unidades, como destaca su identificación precisamente como coconstructivismo.
La metáfora del coconstructivismo biocultural (cerebro-conducta-cultura) se opone tanto al reduccionismo biologicista como al culturalismo. La postura neurocientifica habría pasado por alto, de acuerdo con Baltes, que el cerebro también es variable dependiente, comoldeada por la conducta y la cultura. Al respecto Baltes y col (2006) dice que el cerebro, la conducta y la cultura constituyen un sistema de influencias recíprocas e interactivas, mecanismos y resultados, con que cada uno es afectado por el otro en el pasado, el presente y el futuro y en cada una de las mayores dimensiones del desarrollo humano -la evolución y la ontogenia.
Tres aspectos de esta perspectiva son de destacar. Uno es el entendimiento y estudio de que el desarrollo ontogenético implica cambios en las condiciones biológicas, conductuales y ambientales, tanto en un nivel molar (por ejemplo, orgánico, conductual, ambiental) como molecular (por ejemplo, genético, neuronal, cognitivo-perceptivo y estimular). Se entiende que la cultura (M3) ejerce influencias momento a momento sobre procesos moleculares a nivel genético, epigenético, neuronal, (M1), a través de actividades cognitivoconductuales, (M2), y de forma reciproca. Quiere decir que las fluctuaciones de la conducta y el ambiente tienen un reflejo en el cerebro y otros sistemas del organismo más o menos dependientes del cerebro (por ejemplo, el sistema cardiovascular, el digestivo y el inmunológico).
Otro aspecto de esta perspectiva se interesa en el concepto de «niveles de análisis» y diferentes formas de herencia: genética, epigenética, conductual y simbólica, de acuerdo con la evolución en cuatro dimensiones planteada por Eva Jablonka y Marion Lamb. Donde cada una de estas formas de herencia puede proporcionar variaciones sobre las que actúa la selección natural y algunas de ellas surgen en respuesta a condiciones evolutivas consistentes en cambios ambientales y formas de vida debidas a las conductas de los organismos.
Un tercer aspecto a señalar es la plasticidad cerebral, conforme el desarrollo del cerebro depende del aprendizaje y la experiencia. El coconstructivismo biocultural distingue tres tipo de plasticidad: neurobiológica (genético-neuronal-corporal), cognitivoconductual y sociocultural, todas ellas interrelacionadas a lo largo de la vida.

Referencia
Pérez, M. (2011). El Mito del Cerebro Creador. Cuerpo, conducta y cultura. Madrid: Alianza.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Psique y el Alma en los Antiguos Griegos

El término psyché, o psique en castellano, es muy antiguo, ya Homero (siglo VIII a.C.) habla de psyché solamente en los momentos en los que el hombre pierde el sentido o está a punto de morir, y, en particular, cuando pasa a la otra vida. El alma homérica sale de la boca con el último suspiro, o bien de la herida mortal del cuerpo, y se va volando al Hades, donde permanece como imagen o como sombra vana del difunto en estado de inconsciencia. Homero considera como verdadero hombre justamente el cuerpo del hombre, en contraposición a una psyché que es su sombra.
En la doctrina órfica, siglo VI a.C., la psyché es un demon que se esconde en el hombre y que ha caído en el cuerpo para expiar una culpa. El alma, en cuanto es precisamente de origen divino, no sólo preexiste sino que sobrevive al cuerpo, y sr distingue del mismo como algo totalmente diferente. De este modo, nace la contraposición de alma y cuerpo que da a la vida un significado totalmente distinto del que expresaban los poemas homéricos. En efecto, el alma de los órficos sigue aún totalmente separada de la inteligencia y de la consciencia, y, en cierto aspecto, en antítesis con ellas.
Los presocráticos (siglo VII a.C., hasta las últimas manifestaciones del pensamiento griego no influidas por el pensamiento de Sócrates) asociaron de varias maneras el alma con el principio eterno del cual derivan todas las cosas y, por tanto, también con la inteligencia.
Heráclito (535 - 484 a.C.) llama al alma del hombre vivo psyché; para él el hombre consta de alma y cuerpo, y el alma posee cualidades que se distinguen fundamentalmente de las del cuerpo y de los órganos corpóreos, queriendo expresar que el alma en contraposición al cuerpo, es algo ilimitado.
Sócrates (470 – 399 a.C.), en relación a sus predecesores, adquiere consciencia precisa y clara de que el alma es la actividad inteligente y moral del hombre, e invierte así no sólo la visión homérica, sino también la de los órficos, que consideraban que el alma manifiesta su actividad precisamente cuando lo que llamaríamos el yo “normal” de la vigilia está en suspenso –en sueños, visiones, trances. Es con Sócrates que tiene lugar la revolución del significado del término psiché, y tal revolución se impuso de manera decisiva precisamente por influencia suya: el hombre es su alma, y la tarea suprema del hombre consiste en el cuido del alma. Así la palabra griega psiché, pasó a significar “espíritu pensante”, capaz de tomar decisiones en el plano moral y también de alcanzar el conocimiento científico.
A partir de Platón (427 – 347 a.C.) el alma debe considerarse como una fuerza capaz de pensar y de actuar de manera autónoma. Ello supone la aceptación de una premisa: la de que existe un “yo”, un “alma”, una consciencia que a sí misma se gobierna y que en sí misma halla los motivos de sus propios actos, sin necesidad de acudir a la imitación de la experiencia poética.
Para Aristóteles (384 – 322 a.C.) la vida es automovimiento, y por consiguiente el alma será también esencialmente automovimiento. Sin embargo, su movimiento está causado y determinado por el ambiente circundante que le ofrece el alimento y con ello le hace posible el respirar, el crecer, no menos que el percibir sensorialmente y el apetecer, mediante todo lo cual se realiza el movimiento local de todo lo viviente. Así tenemos la entelequia que significa para Aristóteles tanto como lo acabado, lo completo, lo que ha alcanzado su meta y fin. Y esto ocurre cuando se da una realidad de tal modo constituida que corresponde a la idea que le prefija un fin. Alma, pues, significa la idea y el todo, el sentido y el finalismo de un cuerpo viviente, es decir, todo en él se da en razón del todo, se subordina a un fin como un instrumento, con lo que se nos aclara el primitivo sentido del concepto de orgánico.

Referencias
Hirschberger, J. (1997). Historia de la Filosofía. Tomo I. Barcelona: Herder.
Reale, G. (2002). Platón. En Búsqueda de la Sabiduría Secreta. Barcelona: Herder.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio[

miércoles, 5 de octubre de 2011

Degeneración Neurofibrilar



Consiste en la acumulación intraneuronal de un material filamentoso que se extiende en forma de haz por la dendrita apical (dendrita más larga y central), en las neuronas piramidales, y en forma de ovillos (neurofibrillary tangles), en las neuronas multipolares.
Una neurona multipolar es un tipo de neurona que posee un axón y muchas dendritas, lo que permite la integración de gran cantidad de información desde otras neuronas. Estas prolongaciones dendríticas también pueden emerger desde el cuerpo neuronal. Las neuronas multipolares constituyen la mayoría de las neuronas del cerebro e incluyen neuronas motoras e interneuronas.
Existen dos tipos de neuronas multipolares. Golgi I, que tienen un axón muy largo (neuronas piramidales) y Golgi II, que tiene un axón corto que se extiende localmente, como las células granulares.

Bibliografía
Mohamad, H. Villasmil, S. y Espinoza, J. (2011). La Enfermedad de Alzheimer. México: Trillas.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

domingo, 18 de septiembre de 2011

Síndrome de Hakim y Adams o Hidrocefalia de Presión Normal (NPH)




Es una forma de hidrocefalia de aparición gradual y progresiva en la que hay un aumento de la presión intracraneal (PIC), debido a una acumulación anormal de líquido cefalorraquídeo (LCR) en los ventrículos del cerebro, que puede causar ventriculomegalis. La PIC disminuye gradualmente, pero aún mantiene un nivel ligeramente elevado y la presión del LCR alcanza un alto nivel normal de 150 a 200 mm de H 2 O, lo que resulta de la incapacidad de las granulaciones aracnoideas de absorber el LCR. Debido a este equilibrio, los pacientes no presentan los signos clásicos que acompañan al aumento de la presión intracraneal, como dolor de cabeza, náuseas, vómito o conciencia alterada (Aunque algunos estudios han mostrado elevaciones de la presión que se producen de forma intermitente). Sin embargo, los ventrículos de cerebro se agrandan para acomodar el volumen de LCR, ejercen mayor presión sobre el tejido cortical adyacente y se acompaña de atrofia cerebral debido a la compresión por el lleno de líquido ventricular causando efectos en el paciente. Se caracteriza por alteración de la marcha (Suele ser el síntoma inicial, puede ser progresivo, debido a la expansión del sistema ventricular, en particular a nivel de los ventrículos laterales, lo que lleva a la tracción de las fibras motoras cortico-espinal descendente a la médula espinal lumbosacra. La alteración de la marcha puede ser clasificada como leve -andar cauteloso o la dificultad para la marcha en tándem-, marcado -dificultad para caminar o andar inestable evidente considerable- o grave -andar sin ayuda, no es posible-. En las primeras etapas este trastorno de la marcha se produce en forma de inestabilidad y pérdida de equilibrio, especialmente cuando se enfrentan a las escaleras y bordillos. Debilidad y cansancio de las piernas también pueden ser parte de la queja, aunque el examen no revela paresia o ataxia. La marcha del paciente en la etapa marcada a menudo muestra una disminución en la altura de paso y mayor espacio de piso, así como una disminución en la velocidad al caminar. Este estilo se refiere a menudo como un modo de andar magnética, en el que los pies parecen estar pegados a la superficie para caminar, y se considera la alteración de la marcha característica de la NPH. La marcha puede comenzar a imitar una marcha parkinsoniana, con pasos cortos y arrastrando los pies y se inclinó, la postura inclinada hacia delante, pero no hay rigidez o temblor. Una mayor tendencia a caer hacia atrás se observa también, y una marcha de base amplia puede ser empleado por el paciente a fin de aumentar su base de apoyo y por lo tanto su estabilidad. En las últimas etapas, el paciente puede pasar de una incapacidad para caminar, a la incapacidad de pararse, sentarse, levantarse de una silla o de vuelta en la cama, lo avanzado que se conoce como "hidrocefalia astasia-abasia"), problemas cognitivos (Se presenta en forma de apatía, falta de memoria, inercia, falta de atención, disminución de la velocidad de la procesión de información compleja y la manipulación de trastornos de los conocimientos adquiridos, lo cual es reflejo de la pérdida de la integridad de la frontal lóbulos. Problemas con la memoria suelen ser un componente del problema global y que han sido predominante en algunos casos, lo que puede conducir al diagnóstico erróneo de enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, en NPH puede haber una discrepancia obvia entre recuerdan con discapacidad y el reconocimiento intacta o mucho menos afectada. La demencia se considera que el resultado de la tracción en las fibras frontales y límbicas que también se ejecutan en la región periventricular) e incontinencia de esfínteres (aparece al final de la enfermedad), fue descrita por Hakim y Adams en 1965. El NPH es a menudo mal diagnosticado como enfermedad de Parkinson, Alzheimer o demencia, debido a su carácter crónico y síntomas no específicos que se presentan. Aunque el mecanismo exacto se desconoce, se cree que es una forma de hidrocefalia comunicante con el deterioro de la reabsorción de LCR en las granulaciones aracnoideas. El diagnóstico se realiza mediante una punción lumbar para extraer líquido cefalorraquídeo y mirando a ver si alguno de los síntomas mejoren. Representa el ± 5% de todos los Etiología demencias idiopática.

Hay dos tipos de hidrocefalia de presión normal: idiopática y secundaria. El término idiopático significa que no tiene causa conocida. El tipo secundario de NPH puede ser debido a una hemorragia subaracnoidea, traumatismos craneoencefálicos, tumores, infecciones del SNC, o una complicación de la cirugía craneal.

El término presión normal no es adecuado dado que algunos pacientes a los que se ha sometido a una monitorización de la presión intracraneal demuestran elevaciones de la presión intermitentes, a menudo durante la noche. La alteración de la marcha puede confundirse con la de la enfermedad de Parkinson y dado que a las edades que habitualmente se manifiesta pueden presentarse alteraciones de la señal sugestivas de isquemia cerebral, puede ser difícil decidirse por la etiología del cuadro ya que el diagnóstico diferencial más importante es la encefalopatía arteriosclerótica subcortical (SAE).

El diagnóstico descansa sobre la clínica con la confirmación radiológica. Tras el entusiasmo inicial al encontrar una posible causa de demencia reversible continúan las dudas sobre la entidad y la mejor forma de tratarla y en la mayoría de los centros ha descendido el número de intervenciones que se realizan por este motivo. Probablemente se ha sobrediagnosticado en pacientes con el hallazgo de una dilatación ventricular -hidrocefalia comunicante- en la radiología con una clínica poco clara, con indicaciones de válvula de derivación y todas sus complicaciones poco fundamentadas.

La TAC y RMN demuestran una dilatación ventricular con las astas temporales agrandadas y una atrofia cortical menor de la esperada tal como ocurre en los casos de hidrocefalia ex vacuo debida a enfermedad degenerativa. Otro hallazgo útil en la RMN es el de signos de reabsorción transependimaria en las regiones periventriculares frontales y occipitales.

Los últimos estudios poblacionales han estimado que la prevalencia de la NPH en alrededor de 0,5% en los mayores de 65 años de edad, con una incidencia de alrededor de 5,5 pacientes por cada 100.000 personas por año. Esto está de acuerdo con resultados comparables afirmando que a pesar de la hidrocefalia de presión normal puede ocurrir tanto en hombres como mujeres de cualquier edad, se encuentra con más frecuencia en la población anciana, con un pico de aparición por lo general en la sexta a la séptima décadas.

La mejoría de la clínica tras una punción lumbar evacuadora es poco específica, sensible y no se encuentra estandarizada, aunque se suele utilizar en los protocolos previos de derivación a las unidades de neurocirugía especializadas. La NPH puede ser aliviada con la implantación quirúrgica de un ventrículo de derivación para drenar el exceso de líquido cefalorraquídeo en el abdomen, donde es absorbido. Una vez que la derivación está en su lugar, los ventrículos normalmente disminuyen de tamaño en 3 a 4 días, independientemente de la duración de la hidrocefalia. A pesar de que la hinchazón disminuye ventricular, sólo el 21% de los pacientes muestra una marcada mejoría en los síntomas. Los pacientes más propensos a mostrar una mejora son aquellas que sólo muestran alteraciones de la marcha, incontinencia leve o no, y la demencia leve. La tasa de complicaciones de la válvula derivación es significativa tanto por el desarrollo de hematomas subdural como de infecciones que obligan a múltiples reintervenciones.

Referencia
Ardila, A y Rosselli, M. (2011). Neuropsicología Clínica. México: Manual Moderno.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio

lunes, 1 de agosto de 2011

Áreas de Brodmann















Área Auditiva (41 y 42).
Área Psicoauditiva (22).
Los sonidos del habla son analizados por el lóbulo temporal izquierdo. Las diferencias tonales (por ejemplo, la escala musical) son analizadas por el lóbulo temporal derecho.
El lenguaje está relacionado con el giro temporal superior y lateralizado al lado izquierdo (dominante). La información procesada en el giro temporal anterosuperior se proyecta a la corteza prefrontal orbital. Las pausas durante el habla, utilizadas para la planeación de ésta y la recuperación de las palabras, se asociaron con la activación del surco temporal superior (BA 22 y 39).
La fisura lateral izquierda es mayor en esquizofrénicos que en individuos normales, y el temporal plano se reduce de volumen en esta población. La esquizofrenia se asocia con la disminución de la simetría normal izquierda-derecha en el plano temporal y con revocación de la simetría normal de izquierda-derecha.

Áreas Somestésicas o Áreas de la Sensibilidad General (1, 2 y 3).
Área Motora Voluntaria (4).

Área Psicosomestésica o Área sensitiva Secundaria (5 y 7). Las lesiones en el lóbulo parietal superior pueden producir disfasia y agnosia. El individuo disfásico habla lentamente comete muchos errores gramaticales, y puede ser considerado como no cooperativo o confundido. Una lesión que bordee el giro postcentral suele producir agnosia táctil, en la cual la persona no puede recordar el nombre de un objeto sólo al contacto. Un individuo con astereoagnosia es incapaz de nombrar (con los ojos cerrados) un objeto familiar sostenido con la mano con base en el peso y en las características tridimensionales. Un número o letra escritos en la piel del paciente no puede ser reconocido por el tacto después de una lesión en el lóbulo parietal superior (agrafestesia).
Las lesiones en el lóbulo parietal no dominante puede resultar en falta de apreciación de los aspectos espaciales del lado opuesto del cuerpo (síndrome de desantención sensorial). La persona no reconoce el lado opuesto de su cuerpo y no desea vestirlo (apraxia en el vestir). El paciente a menudo no está consciente del déficit (anosognosia). También puede verse astereognosia después de una lesión del lado dominante. La estimulación vestibular puede mejorar temporalmente una serie de elementos de la desatención sensorial incluyendo la anosognosia para la hemiplejia izquierda.
Una lesión en el área parietal posterior no dominante suele producir confusión que involucra la localización en el espacio. El paciente puede estar confundido acerca de su localización actual, pero al mismo tiempo no estar preocupado. La persona puede perder el concepto de la relación espacial entre objetos con excepción de objetos localizados en su espacio extrapersonal inmediato,
El compromiso bilateral del lóbulo parietal superior puede resultar en la incapacidad de ver objetos en movimiento (agnosia de movimiento). Sin embargo, la visión para objetos estacionarios permanece normal. Una lesión que bordee los lóbulos parietales superiores e inferiores, a menudo involucrado el giro supramarginal, puede eliminar el contenido emocional del dolor.

Área Motora Suplementaria o Premotora (6).
Área Prefrontal o de Asociación Terciaria (9, 10, 11 y 12).

Área Visual (17). Una lesión en esta área la persona es incapaz de ver, pero puede tener "vista ciega", es decir, retener el sentido de la presencia de un objeto cercano pero sin verlo.

Área Psicovisual (18 y 19). lesiones al lado derecho de estas áreas producen alucinaciones complejas. Una lesión bilateral completa de todas las cortezas visuales, que puede resultar de la oclusión de ambas arterias cerebrales posteriores, suele producir negación de la ceguera (Síndrome de Anton).
La agnosia visual ocurre a veces después de lesiones en el lóbulo occipital ventromedial. Los objetos pueden verse pero no ser nombrados, y el paciente no sabe para qué usar el objeto. La capacidad de no reconocer de personas conocidas (prosopagnosia) puede seguir después de lesiones bilaterales del lóbulo occipital ventromedial que se extiende al lóbulo temporal ventral. Las lesiones restringidas a la BA 19 resultan en la pérdida colores (acromatopsia), dejando la detección de formas relativamente intactas.
El síndrome de Charles Bonnet (CBS) se caracteriza por alucinaciones visuales después de la pérdida de la visión debido a cataratas, glaucoma o degeneración relacionada con el envejecimiento. Las alucinaciones pueden ser simples o complejas y se experimentan como divertidas o a veces perturbadoras, pero no son eventos cargados emocionalmente.

Área del Esquema Corporal (39 y 40). El lóbulo parietal inferior integra las sensaciones del tacto y la propiocepción con la visión e integra la información que representan estos sentidos a fin de determinar la identidad de un blanco.
El recordar y el saber (percepción de que la información procesada es del pasado) activa una región del área intraparietal izquierda que incluye las BA 39 y 40. El recordar también activa el giro fusiforme anterior bilateral que procesa la información visual relacionada con objetos. El lóbulo inferior derecho juega un papel importante cuando el yo toma la perspectiva de otros.
Las lesiones en el lóbulo parietal inferior dominante (BA 40) produce apraxia sensorial en la que el sujeto puede ser capaz de efectuar un acto de una serie de actos relacionados, como encender un cerillo, pero incapaz de terminar la serie a fin de localizar y encender un cigarrillo (apraxia ideacional). La persona suele terminar algunos actos espontáneamente (cruzar los brazos) pero es incapaz de realizar lo mismo al serle solicitado por el examinador (apraxia ideomotora). Los pacientes con lesiones del lóbulo parietal inferior son capaces de participar en la planeación a largo plazo.
Una lesión que involucre al giro angular (BA 39) puede producir parte o todo el síndrome de Gerstmann: Confusión izquierda-derecha. Agnosia de los dedos (dificultad para nombrar los dedos). Disgrafia. Discalculia.
Una lesión que involucre al lóbulo parietal inferior no dominante puede producir déficit para procesar el componente no sintáctico del lenguaje (aprosodia).
El daño bilateral del lóbulo parietal inferior posterior, incluyendo a menudo la corteza occipital adyacente, puede producir el síndrome de Balint: Apraxia óptica (los ojos tienden a permanecer fijos a un blanco visual). Ataxia óptica. Simultanagnosia (ver sólo los componentes de un objeto visual; incapaz de ver el objeto como un todo).

Área del Gusto (43).
Área de Broca (44 y 45).
Área Límbica (23, 24, 29, 30, 35, 28).

Referencia
Clark, D., Boutros, N. y Méndez, M. (2010). El Cerebro y la Conducta. México: Manual Moderno.

Dr. Félix Piñerúa Monasterio